Mensaje de Bienvenida

¡Hola a todos!

Iniciamos esta nueva aventura acompañados de dos grandes amigas que iremos conociendo a lo largo del curso. ¿Os las presento?. Son Lengua y Literatura. Lo primero que haremos, además de aprender muchas cosas, es personificarlas.
¿ Recordáis lo que era una personificación?...

11 octubre 2012

Somos escritores 4º ESO



¡Hola  a todo mi alumnado!

Comenzamos nuestra actividad escolar con una de las entradas más tradicionales de nuestro blog. 
 En este apartado podréis dejar volar vuestra imaginación y ser escritores.
En clase, iremos leyendo todos vuestros cuentos, poesías, relatos, etc. y seleccionaréis aquellos que más os gusten para que vayan apareciendo aquí . Literatura y Lengua también los leen y...





¿Quién sabe si no tenemos entre nosotros a un futuro y afamado autor literario?
¡A coger vuestras plumas y a escribir....¡



En clase se comentó la actividad: "Un día en..." 
Se  tenía que utilizar el vocabulario que creamos entre todos (dinámica de Braistorming) sobre sensaciones referidas a los sentidos y sentimientos para creau un texto en el que se describiese un día de campo, en un mercadillo, en la montaña, etc.

 UN PASEO POR GRANADA 

  He estado en Granada. Una bonita ciudad sumergida en el aún permanente olor árabe, bañada por un sol resplandeciente y refrescante a su vez al observar los blancos picos de Sierra Nevada. La estancia en este maravilloso lugar hace sentirme en paz, provocando un instantáneo olvido del resto del mundo y asimismo un enorme placer en cuerpo y mente.
  Paseando por los más enigmáticos lugares, se divisan hermosos paisajes: árboles y diversos tipos de plantas y flores cuyos aromas penetran hasta el fondo de cada persona. Llegamos al Paseo de los Tristes, y de repente, el claro cielo se nubla de un gris uniforme que hace sentir un escalofrío desde la cabeza hasta los pies. Es como volver tiempo atrás y visualizar los cortejos fúnebres que paseaban por ahí, cruzando el río Darro... un punto bochornoso causado por la humedad del afluente. Resulta triste parase en ese lugar. Traía melancólicos y lúgubres recuerdos a la mente; quizás por el mero nombre de la vía o, simplemente, magia; una triste magia que se apodera de la mente por un instante.
  Más tarde era hora de visitar la más hermosa fortaleza que existe, ya divisada antes desde el Paseo de los Tristes. Pero antes, era visita obligatoria el fabuloso barrio del Albaicín, lleno de empinadas calles, no muy anchas, pero sí acogedoras. El verde y el blanco era lo que predominaba en ese lugar, correspondientes a los árboles y a las cosas de la zona. Pasar por ahí era enamorarse más y más de tan bella ciudad.
  Por fin, tras un largo trayecto, se posa ante mí la extraordinaria "Fortaleza Roja", la asombrosa Alhambra. Una maravilla para mis ojos, bien digna de ser contemplada por dentro y fuera, sin perder nada de vista... ni el más mínimo de los detalles. Sólo quedaba apreciar el fabuloso Generalife para quedar totalmente atónito ante tanta perfección. Una mezcla de fragancias acariciaban el olfato, que hacían sentirte mimado por esos aromas, llevándome a otro mundo, sujeto por el espíritu de Granada. Dejando cerrar los ojos y sintiendo el fresquito y el dulce sonido del agua, junto con el calmante trino de los pájaros, al ritmo del sonar del agua que derramaban los leones de piedra; así es como me quedaría el resto de mi vida, lleno de armonía y liberado del mundo, sintiendo el agradable sabor de la felicidad.


David Carrasco Chicharro 4º A




 
UN DÍA DE EXCURSIÓN
Cuando llegué a aquella montaña con toda mi familia, me sentí completamento en contacto con la naturaleza. Al respirar podía oler la humedad de la tierra, cuando andaba escuchaba el crujido de las hojas  en el suelo, lo cual divertía mucho a mi hermana pequeña. Íbamos por mitad de un sendero y mi prima se alejó un momento, de repente la oímos todos  gritar. Yo fui la primera en salir corriendo a buscarla, cuando llegué dónde estaba, había un conejito de piel blanca y muy suave, con una de sus patitas traseras pilladas en un cepo. Al verlo me dio mucha tristeza, pero entre todos conseguimos sacarlo y con unos trapitos le curamos; esto hizo que me sintiera mejor.
Siguiendo el sendero podía sentir como el  aire que corría jugaba con las hojas, y el sol las podía hacer cambiar del color. Todo era tan relajante.
Llegamos a un río. En él, se podía ver a los peces  nadar y decidimos meternos a jugar. El agua estaba fría, pero era bastante refrescante.

 Volvimos al coche tras una larga caminata.  Como no lo pasamos tan bien, decidimos hacer esta excursión todos los años.
 

Marina Nieto de Pradas. 4ºB


Un día en el campo
 Hoy hemos ido a pasar el día al campo.Nada más llegar todo lo que alcanzaba mi vista era de color verde.He tocado diferentes tipos de plantas, y unas eran muy suaves, aunque muchas otras eran ásperas. Entonces me he dado cuenta de lo bien y divertido que nos lo íbamos a pasar , ya que disfrutaríamos de la primera semana de verano.
Después de haber observado todo eso,empezamos a escalar hacia arriba. A la vez que subíamos se escucharon tiros, allí había cazadores.Cuando llegamos había tres conejos desangrados que olían muy desagradables. Al ver eso mis primos pequeños, se pusieron muy tristes, ya que estaban viendo animales sufrir, y todavía seguían asustados por el ruido.
Al llegar arriba decidimos comer.Todo el mundo sacó su bocadillo de tortilla, el cual tenía un gusto muy bueno, y cada uno bebió su fría coca-cola.
Por fin pudimos descansar después de una larga mañana. Todos estábamos  cansados, pero muy tranquilos.

Laura León 4º B




DÍA DE VERANO EN UNA TARDE DE OTOÑO

Hace frío, a pesar de estar refugiada en casa ahora, sé que afuera hace frío. Lo veo desde aquí, la gente va y viene con sus chubasqueros amarillos, rojos, azules, verdes, rosas y hasta juraría que vi uno hasta de la  de los colores del arco iris. Demasiado llamativo para mí...
Hace viento, a pesar de estar refugiada en casa ahora, sé que afuera hace viento, lo veo desde aquí. Los árboles desnudos mueven sus ramas de aquí para allá. Y hace un buen rato, vi que un hombre bastante gordo resbaló con un puñado de hojas mojadas que había en el suelo y se cayó. Yo me reí mucho, pero diría que a aquel señor no le hizo mucha gracia.
Miro al cielo desde esta ventaña mojada y empañada, éste está gris.  Me viene un golpe de recuerdos a la cabeza.
Era verano, estaba de vacaciones en Fuengirola con mi hermana mayor, si no me equivoco era un día 29 de julio. Estaba paseando con mi hermana por el paseo marítimo, por la mañana, cuando vino un chaval corriendo y al no verme, chocó conmigo y caímos al suelo. Evidentemente fue un accidente, así que me levanté, le ayudé a levantarse, y le reproché que fuese con más cuidado. Inmediatamente pidió disculpas y justo cuando nuestros ojos se encontraron, fue como si el tiempo se detuviese. Sus ojos eran tan marrones y bellos que parecía estar observando el mismo centro de su alma, eran penetrantes e hizo que mi voz tartamudease. Acto seguido, él siguió su camino y yo, confusa, no dejé de pensar en él el resto de la mañana.
A la hora de comer, fuimos a un chiringuito de la playa a comer paella. Todavía recuerdo ese sabor delicioso.Sobre las 5 de la tarde, mi hermana y yo fuimos a la playa de nuevo a darnos una fresca zambullida. ¡Hacía tanta calor! Cogí mis gafas de bucear de los chinos  y me dispuse a observar los pececillos cercanos a la costa a pesar de que me daban asquito. De repente y sin avisar me encontré con el chico de esa misma mañana y a unos escasos metros de mí, buceando,con unas gafas similares a las mías. Me armé de valor y al salir del agua le pregunté su nombre. Se llamaba Jesús.
Esa misma tarde quedamos para pasear e hicimos muy buenas migas. Teníamos muchas cosas en común y era muy simpático. Al día siguiente quedamos por la mañana para salir a correr a lo largo del paseo marítimo. Como yo me cansé enseguida, nos paramos a descansar. En ese momento se le ocurrió la genial idea.  Me habló de un sitio al lado de la playa  que me iba a gustar y se empeñó en enseñármelo. Compramos un par de bocatas de jamón y me dispuse a seguirle, le cogí la mano. Cerco de la playa, había una cueva de piedra a la cual me costó acceder debido a las piedras que había en la entrada, eran bastante rasposas y tropecé 3 o 4 veces. Una vez que nos asentamos en ese coqueto lugar nos comimos los bocatas de un bocado y rápidamente me dijo:
-¿Dónde has estado toda mi vida?-Y yo algo nerviosa contesté:
-En una jaulita para saltamontes.
Entonces fue cuando comprendí que estaba enamorada. Ya se estaba haciendo tarde, mi hermana me llamó al móvil para saber dónde estaba y porque tenía que ir a cenar. Entonces salimos de aquella cueva y prometimos vernos al día siguiente, pero al día siguiente no apareció. Desde esta ventana pienso en él a menudo.
Aún me pregunto si piensa en mí desde aquel día, y, a quién más habrían mirado aquellos ojos marrones, dónde estará ahora y por qué no vino a por mí esa manaña.

A pesar de todo, aún recuerdo ese 'DÍA DE VERANO EN UNA TARDE DE OTOÑO'.

 María de Fátima López Blanco 4ºA



 


LA MONTAÑA EN VERANO

Estaba sentado en una suave y cómoda silla mirando por la ventana cuando vi llegar una familia que venía de pasar el día en la montaña.
La familia entera parecía tan feliz que sentí envidia. Rápidamente empecé a vestirme con mi ropa de campo,  aunque la ropa estaba algo sucia, era agradable al tacto, excepto las botas que estaban duras y me quedaban algo pequeñas, pero no me importó porque ya me veía en el campo, oyendo el dulce y relajante canto de los pájaros y el perfumado y delicado aroma de las flores.
Cuan distinto era el campo ese día de como me lo había imaginado, nada más llegar me deslumbró el sol cegador y me asfixió el enorme calor que hacía.  Se podía sentir la humedad que había, lo que aumentaba la sensación de calor y me hacía que recordara con añoranza el fresco y agradable viento que podía sentir desde el balcón de mi casa.
Aún así decidí continuar con mi acampada, y busqué entre los montes que todavía se veían lejanos algún pajarillo de vivos colores, mas me vi frustrado,ya que al llegar lo único que se podía ver era la pestilente y desagradable basura que debían haber dejado las personas que habían acampado antes.
Mi día en el campo parecía totalmente frustrado y estaba notablemente triste y enfadado, pero afortunadamente mejoró a medida que atardecía y anochecía.
El sol sofocante dio paso a un anochecer con tonos azulados y anaranjados, a la vez que empezaba a refrescar y se podía oír la brisa entre la hierba. Al instante mi humor empezó a mejorar y empecé a sentirme más feliz de forma que decidí comerme unas nubes blandas y esponjosas que había traído junto con un dulce y burbujeante refresco.
Cuando ya hacía un par de horas que había anochecido decidí volver a mi casa, monté en mi coche, arranqué el motor que era algo ruidoso y me puse en marcha. Aunque el día había terminado bien y me sentía contento no podía dejar de pensar en que no había conseguido oír el dulce canto de un pájaro, y para mi sorpresa, cuando estaba entrando en la larga carretera pude escuchar, entre el rugido de mi motor, el agradable y melodioso sonido de algún pájaro nocturno que terminó de rematar mi estupendo día de campo.
José Mª Borrás Serrano 4º A


 Un día en la montaña


Este verano fui un día a la montaña con mis padres a pasar el día. Vi una ardilla con la cola alargada y un escarabajo bastante negro. Cuando vi la ardilla me resultó muy gracioso, pero el escarabajo me dio bastante asco. Después escuchamos el sonido de los grillos y de esa ardilla comer. El sonido de los grillos era muy ruidoso y desagradable, pero el de la ardilla era muy divertido. Más tarde paseando vimos un árbol bastante grande con un color de tronco muy oscuro y que olía bastante mal. Aquel árbol tan grande y antiguo me transmitió una gran tristeza e inseguridad. Finalmente,  mi madre me dio el bocadillo que me había preparado y que tenía un sabor muy rico. Lo mejor del día fue el bocadillo que me había preparado mi madre. Estaba muy cansada de tanto andar.
Ana Mª López Carmona 4ºB



UN DÍA EN LA PLAYA

Un día en que me levanté algo cansada y un poco triste, decidió mi hermana llevarme a la playa, ya que estaba muy cerca. Aún estando deprimida fui, con tal de divertirme y pasar un buen rato.


 Cuando llegamos, hacía muchísima calor y los rayos de sol me acariciaban la piel bronceada de los días anteriores, pero ese día notaba algo diferente, algo raro en la playa. Al principio, me senté al sol y sentía como el viento depositaba encima de mí arena dorada. Al rato, cuando sentí calor, decidí meterme en el agua, cuando entré, la noté  fría, pero luego me fui adaptando a ella.  Veía muchísima gente en el agua. Cuando metía la cabeza y me disponía a bucear, abría los ojos y veía el agua clarita. Al tiempo noté que pisaba algo gelatinoso y resultó ser una alga. En un momento dado cerré los ojos y me dejé llevar por el agua, sentía como pequeñas olitas chocaban contra mi piel. Oía como la gente se reía o hablaba de su vida, olía ese olor a salado que suelen desprender todas las playas. Abrí los ojos y vi un cielo azul, despejadísimo y por primera vez en ese día,  me sentí felíz y animada. Comimos una ensalada con saborcito a aceite de oliva, luego fui con mi hermana a dar una vuelta y volvimos para ver la puesta de sol en el mar. Era una estampa preciosa y me sentí algo insignificante al ver aquella maravillosa imagen que se me quedará grabada en la mente por el resto de mi vida. 
Kautar Sabir 4º B

UNA TARDE DE VERANO
Era tarde de verano y el calor era sofocante. Íbamos en el coche mi prima, su amiga, sus padres y yo camino del cortijo.
Cuando me bajé del coche una perra vino a saludarnos, la toqué y su pelo era áspero al tacto.
Después entramos en la casa y nos pusimos los bañadores para meternos en la piscina. El agua estaba muy fria. Desde la piscina se veía todo el campo y se escuchaban los cantos de los pájaros. Los perros se pusieron al lado de la piscina ,tumbados, jadeando por el tremendo calor. Al salir de la piscina nos fuimos a merendar. Eran unos donuts, estaban dulces y pegajosos,  olían muy bien.
Después nos dirigimos hacia la cochera a ver unos cachorros, antes de eso me paré a acariciar a una perrita mastín llamada Princesa; al lamerme la mano, sentí su lengua suave.
Cuando entramos en la cochera buscamos a los cachorros.  Eran muy suaves, parecían de terciopelo.
Al final nos metimos en el coche agotadas de una intensa tarde de verano.
Marta Galindo 4º B

UN DÍA EN ALMERÍA  

Todos madrugamos para coger el autobús hacia Almería, bajamos corriendo por las calles oscuras y desiertas. El trayecto fue tranquilo y veía como amanecía según ibamos llegando al lugar de destino.
Al llegar a Almería, fuimos a una cafetería, donde ponían churros con chocolate que olían agradablemente. Al salir de la cafetería se oía un ruido muy fuerte de una casa en obras. Al acercarse las doce de la mañana fuimos a recoger a mi prima que salía de clase. Quedamos al lado de una plaza de toros
Por el trayecto hacía mucha calor y estabamos muy agotados y cansados.Cuando llegamos al lugar donde íbamos a comer pedimos la camida y cuando nos la sirvieros olía muy bien. Al terminar la comida caliente y la bebida fría nos pusimos en camino a la playa, al llegar a la playa nos quitamos la ropa y nos metimos al agua. Al principio estaba muy fría, pero me había acostumbrado. Cuando salimos del agua, fuimos a un chiringuito donde se estaba tranquilamente. Tomarmos una coca cola mientras se oía a la gente reír, el olor tan agradable que desprendía el mar y el oleaje del mar que me encantaba mirar.
Antes de marcharnos de Almería nos quedamos viendo los puestos del paseo marítimo que ponían la gente tan simpática y agradable. 
Al llegar a Adra tan contentos y cansados, mi prima recibió un correo que decía que había aprobado una asignatura que tenía que recuperar y se puso muy contenta.
Mónica Graus 4º B

TORMENTA DE VERANO.    

Esta tarde he ido al centro de la ciudad, estaba todo muy nublado y la lluvia corría por las calles de la ciudad. Aun con el tiempo que hacía, había mucha gente en la calle. Aquellas personas con paraguas de colores caminaban deprisa de un lado para otro, no se podía caminar tranquila sin que alguien te empujase o te diese con el paraguas. Había un gran atasco de coches, haciendo un ruido molesto al pitar.

Me sentía agobiada, estaba empapada, el paraguas apenas me tapaba. Llovía demasiado fuerte, quería refugiarme en algún sitio, pero al no conocer la ciudad no sabía a donde ir. Miraba hacia todos lados, pero no veía ningún sitio en el que parar a descansar; además no tenía cobertura en el móvil, por lo que no podía llamar a nadie.

Miré la hora del reloj y ya se estaba haciendo tarde, caminaba de un lado para otro, cansada y sin saber a donde ir. Llevaba una bolsa que contenía unos regalos que había comprado por la mañana, la bolsa estaba algo mojada, pero al menos los regalos seguían bien.

Miré al cielo, pude observar un par de relámpagos, los cuales iluminaron las calles, y de repente se oyó un gran estruendo. Como había empezado una tormenta, empecé a correr, y a lo lejos vi una pequeña cafetería y no dudé en ir a allí. Al entrar me senté en una de las pequeñas mesas que había. Dejé el paraguas y la bolsa en el suelo.

Aquella cafetería tenía un olor a dulce muy agradable, me recordaban a los pastelitos que hacía mi madre cuando era pequeña. La cafetería era pequeña pero acogedora y las personas que servían a los demás trasmitían confianza y tranquilidad.

Pedí uno de aquellos pastelitos,  mientras pasaba la tormenta y me comía el pastel con sabor a chocolate, me puse a pensar en aquellos momentos tan buenos que pasaba cuando era pequeña.

Me sentía relajada por una vez en toda la tarde.
Carolina Martínez de la Torre 4º A

 



El regreso a casa.

Era el último día de mis vacaciones. La nostalgia se notaba en mi garganta. Algo me oprimía no me permitía ni respirar.

Mi padre me ordenó subir al coche. No quería retrasar ni un minuto más el momento de la partida. No quería alargar más esos dolorosos momentos.

De repente me giré y vi la playa por la ventana. Todo tan azul, tan inmenso, tan gigantesco. Abrí la ventana y podíamos escuchar el estremecedor ruido que hacen las olas al chocar con los acantilados. Es un sonido que te atrapa. No puedes parar de mirar.

Hasta el olor es peculiar, te llega muy dentro. Recuerdas el salado gusto del mar cuando cae algo de agua dentro de tu boca.

Cuando subí al coche las lágrimas tapaban mis ojos. Finalmente bajaban por mis mejillas y en esos momentos me quedé mirando al cielo.

Y prometo que el próximo verano regresaré al mismo lugar.´
Ángela de Pradas Rojano 4º A


 

1 comentario :

  1. Kawtar Sabir21/10/12 12:23

    Woow, menudos textos más chulos, se ve que hemos pasado unas buenas vacaciones!

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