Mensaje de Bienvenida

¡Hola a todos!

Iniciamos esta nueva aventura acompañados de dos grandes amigas que iremos conociendo a lo largo del curso. ¿Os las presento?. Son Lengua y Literatura. Lo primero que haremos, además de aprender muchas cosas, es personificarlas.
¿ Recordáis lo que era una personificación?...

02 junio 2011

Literatura nos deja nuevos capítulos de " Pacto"



¡Hola Chicos!


Literatura nos deja, ante vuestras ganas de seguir su historia, tres nuevos capítulos del cuento:
" Pacto". Comentáreis después vuestras impresiones tras su lectura.


Pero antes, alguno de vosotros tendrá que recordar los anteriores capítulos.

III. Cláusulas
Tenía unas disposiciones muy claras y concisas. Obligaciones perpetuas, eso sí. Pero en el fondo no era para quejarse porque de antemano se le había concedido lo que él más deseaba. Se puede aducir premeditación, oportunismo… Lo reconozco, pero no todos los días te devuelven a un muerto. Quiero especificar en qué consiste este pacto incluyendo su plan general, porque estoy convencido de que es justo.
El sujeto, en este caso Hugo, se obliga a obedecerme en todas mis consideraciones. Toda buena acción hacia las demás personas debe eliminarse; si llega el caso, hasta con los seres queridos que no hayan intervenido en el acuerdo. Se excluye a Rebeca por ser parte reclamada. Tiene que seguir colaborando hasta el final de sus días para reclutar adeptos a la causa. A cambio, él automáticamente disfruta de Rebeca y se la puede llevar a su dulce hogar.
El resto de condiciones y la letra pequeña son muy extensos. Pero créanme, no adultera las líneas maestras que les he mencionado. Tampoco tendría interés ni para el más oscuro picapleitos.
Nuestro supremo fin es, con el permiso del Maligno, derrotar a Dios. Para ello tenemos una única vía: conquistar la humanidad ya que no hay ninguna duda de que se trata del bien supremo de la creación. “Aniquilar el alma humana”, este es nuestro lema. Tenemos que hacer desaparecer cualquier atisbo de útil pensamiento, amable sentimiento y buena voluntad. Si conseguimos esta triada, petrificamos la vida y oscurecemos la luz, adulteramos la sal y envenenamos el agua y el pan. Cortamos el camino hacia Él y paralizamos el corazón de la Trinidad, y en consecuencia, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo sucumbirán a nuestros propósitos.

IV. María
No me refiero a la virgen María, que menuda guerra nos da con sus intercesiones. Su manto, da igual el color elegido, es uno de nuestros peores enemigos.
Quiero hablaros de la hija de Hugo y Rebeca. Una mujercita en toda regla. Tiene una personalidad tan desarrollada que no parece que tenga quince años. Una adolescente con fondo y con la cabeza muy bien amueblada. Un poco tímida en las relaciones, aunque franca y sincera en sus pronunciamientos.
La relación en casa es la típica en estas edades. Se guardan los sentimientos y solamente afloran circunstancias banales. Con papá da corte comentar las cosas, con mamá algo menos pero tampoco hay una comunicación profunda. Mucho secreto y un sentido desmesurado de la honestidad, amistad… Está su hermano Pedro, que es niño y además menor que ella. Tiene sólo once años y, como es lógico, no lo estima capacitado para hablar de la vida. En estas etapas de adolescencia, los hermanos que no son ni mayores ni muy pequeños, sinceramente, actúan de comparsa, un cero a la izquierda de la izquierda.
Estaba estudiando en el instituto Playa Sur de la localidad, concretamente en hora de francés, cuando se produjo el “trágico” accidente. Bien, el accidente sin calificativos desde mi punto de vista. Ella no sabía nada y no se enteró hasta después de la salida. Cuando llegó a casa sobre las tres menos diez, descubrió que no había nadie. Pensó que su madre habría salido a algún recado, o que estaba con alguna vecina… En ese instante sonó el teléfono móvil. Era papá. Qué raro, pensó.
—María, soy yo.
—Hola papá. Dime.
—Cariño, tu madre ha sido atropellada al salir del supermercado.
—¡Qué! ¿Cómo está? ¿Está bien, no?
—Sí, no te preocupes. Ha sido un golpe fuerte pero se recuperará.
—Bien, menos mal. Tengo una taquicardia que…
—Bebe un poco de agua y túmbate. Quiero que esperes a tu hermano y que se lo cuentes con cautela. ¿Vale? Más tarde pasaré a recogeros y venimos al hospital a ver a mamá. Y tranquila, hija, que está bien.
—Vale papá. No te preocupes por mí ni por Pedro. Cuida de mamá y aquí te esperamos. Un beso para ti y otro más fuerte para mamá.
—Hasta luego cariño, que no ha sido nada.
Se bebió un vaso de agua con alguna ansiedad y se echó en el sofá del salón. Pensaba que un día tan radiante y esplendoroso se podía convertir en el peor de su vida. La vida es un soplo y en cualquier momento te lo arrebatan, se disipa como una pompa de jabón. Comió un bocadillo de atún y una pera en la cocina sin ningún apetito. Su hermano comía en el colegio y no llegaba hasta las cuatro de la tarde.
Poco a poco se fue tranquilizando. En realidad no llegó a conocer la gravedad del accidente y su creciente serenidad se extendía por su mente. Las palabras de su padre así lo indicaban.
Tendemos a volver a la normalidad, regresar a lo cotidiano. Recordaba con cariño lo bien que se lo pasaba cerca de Gabriel. Era un chico que conocía desde sexto en el colegio. Siempre le cayó bien. Concretamente era de los pocos chicos que no le parecía un cafre. En los últimos dos años sentía que le atraía y que deseaba estar más cercana a él. En todos los grupos de trabajo coincidían o, mejor dicho, hacían por coincidir. No había una relación definida, pero estaba claro que tenían mucha empatía. No se había atrevido a insinuar una relación más allá del buen compañerismo. En el interior de su corazón lo deseaba, pero su timidez era una barrera suficiente. Gracias a que se conocían de tanto tiempo no se cortaba en algunas ocasiones. A veces, sentía pudor cuando la situación se extralimitaba, pero la costumbre enmascaraba lo que segundos después sentía: la familiaridad ocultaba los sentimientos.
Su hermano llegó puntual como siempre.
—¡Hola, ya estoy aquí!
—Qué pasa, Pedro. Mira. Tengo que decirte algo.
—¿Sí? Qué raro. ¿No será que quieres algo de mí?
—No, tonto —le dijo de manera cariñosa mientras se acercaba con la intención de acariciarle la cabeza.
—Mira, papá y mamá no están. Es que mamá ha tenido un percance. Un coche la ha atropellado y está en el hospital. Pero está bien. No te preocupes. ¿Eh?
—¡Sí! ¿Cómo ha sido? Mira que nos dice que tengamos cuidado. Y ella, ¡toma!
—Oye, lo mismo no ha tenido la culpa, pero eso ahora es lo de menos. Lo importante es que ha dicho papá que no corre ningún peligro. Que está bien.
—Ya. Pero siempre que yo meto la pata me dais la tabarra hasta aburrirme. Pero, llevas razón… Lo importante es que está bien.
—Papá vendrá pronto e iremos al hospital. Si quieres hacer algunos deberes mientras…, si no te apetece, haz lo que tú quieras.
—Vale, me voy a mi cuarto a jugar un rato.
Se quedó sola esperando en el salón. Tenía cierta calma que no se explicaba. Un pequeño remordimiento se instalaba en su corazón. Demasiada quietud para un incidente tan desagradable, para un cambio de estado tan repentino. Miedo, ansiedad, palpitaciones, sosiego, reposo y remordimiento. Una secuencia de sensaciones que dibujaban un círculo vicioso en su ánimo, una ruleta de contradicciones.
V. Rebeca
Una mujer guapa y encantadora. Dulce como el algodón de azúcar. Cariñosa y preocupada por todo lo que la rodeaba. Pendiente de las situaciones que afectaban a los suyos. Previsora e inteligente. Para mi gusto, demasiado confiada con los demás. Esto, que es una virtud en un mundo de buenos, es un filón en el mío, donde yo me muevo. De hecho, Hugo es su marido por este motivo. ¡Menudo pájaro!
Los niños dieron nuevo aliento a su matrimonio. Un marido tan celoso, tan huraño, no es el compañero ideal para una princesa como Rebeca. Todo no se puede tener. En cualquier caso, la libero de la opresión de su marido, de ese obseso depravado y pendenciero. En breve, su estado físico será de diez, de bandera, pero tendrá como soporte vital la pusilanimidad y la apatía. Finalmente, su estado psíquico desemboca en depresión introspectiva, para entendernos, algo similar a una profunda melancolía o eterna abulia.
No es que sienta pena, me está prohibido, pero algo me desagrada que entre en la trama. El elegido es Hugo, y ella es un medio más para conseguir el fin.
Al llegar al hospital no pudieron verla inmediatamente. María se enfadó. Si no era tan grave, cómo que no dejaban verla. El padre pretendía tranquilizarla diciendo que ya se sabe lo que pasa en los hospitales: los médicos, las enfermeras, urgencias… ¡Un auténtico galimatías!
En la sala de espera estuvieron cerca de una hora antes de poder pasar. En ese intervalo pudo reconocer con más intensidad la extraña sensación que traía de casa. Su padre, al contrario, transmitía serenidad: no había engaño.
Por fin los dejaron entrar. El médico que la había atendido seguía diciéndole al padre que no comprendía la evolución. La ciencia médica era incapaz de encontrar una explicación. Vamos, ¡que era un milagro! Todos los datos iban estabilizándose y las hemorragias se habían detenido.
Hugo insistía en que los datos iniciales serían erróneos. De alguna forma debía frenar el aluvión de contradicciones para hacer más verosímil la situación. El médico persistía, no daba crédito. Si él mismo fue el que atendió la urgencia cuando la trajeron machacada, casi fallecida, ¿cómo iba a evolucionar de esa manera...? No podía ser.
Dentro de la habitación se encontraba sola. Seguía con la vía puesta. Su aspecto había mejorado. Solamente se apreciaban una hinchazón en la nariz y unos tenues moratones en la cara. Parecía seguir en coma.
María entró con miedo. La tardanza en aquella fría sala de espera la puso más nerviosa. Su hermano se encontraba entre ella y su padre pero un paso retrasado. Parecía que lo llevaban arrastrando con una soga invisible al patíbulo. No había estado nunca en un hospital siendo consciente y la situación lo desbordaba. Su padre de buena gana le hubiera quitado el mal trago, pero como deseaba que constataran que se encontraba bien, forzó a Pedro diciéndole:
—Está dormida, pero está bien.
Su hijo lo miraba sin decir una sola palabra con una aterradora mueca dibujada en el rostro.
El padre les dijo que necesitaba descansar. Que tenía un sueño inducido y que, posiblemente, mañana pudieran hablar con ella. “No os preocupéis, está bien”. Extendiendo los brazos hizo indicaciones para que se acercaran a ella y se despidieran.
Pedro se situó a los pies de la cama y le tiró un beso con la mano. María estaba a la altura de su cabeza y, con mucha suavidad, le rozó el pelo con sus labios. Hugo sentía un picor ardiente en el dedo cuando esbozó una leve sonrisa que nadie advirtió. El triunfo rebosó por todos los poros de su piel.
Rebeca se reponía a la velocidad del rayo. ¿Qué saben los galenos de la vida? Tendida en la cama con un cuerpo que recuperaba su vigor, pero con un ánimo que iba debilitándose, disolviéndose como la espuma de las crestas de las olas. Una sirena sin alma. Una frialdad abisal empapaba el espíritu de Rebeca. ¡Nuestro plan seguía su curso!

CONTINUARÁ....

15 comentarios :

  1. Pues yo creo que al final mueren todos.

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  2. José Manuel Nieto Del Valle10/6/11 13:15

    Coral,yo creo que Hugo mata a todos

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  3. Cristóbal Pérez 1 Eso B11/6/11 11:02

    Coral,yo creo que Hugo mata a todos.Y me gustaría seguir continuarlo.

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  4. Ana Sotés Rodríguez13/6/11 11:58

    Coral, a mi me ha gustado mucho el libro porque me encantan los libros de terror yo seguiría leyendo

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  5. María del mar13/6/11 11:58

    Coral yo pienso que Hugo va a matar a todos, por eso me gustaría que siguiera la historia para poder saber si mata a todos.

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  6. Coral, me gustaría seguir leyéndolo.
    Iván.

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  7. Anabel Esteban13/6/11 19:14

    Coral,está muy chulo los capítulos estos del pacto.Besos.

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  8. Tatiana Alonso14/6/11 10:55

    Coral! continua las historias están geniales,me encantan!

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  9. Javier Cantero y Juan Carlos Castaño14/6/11 10:59

    Me gusta mucho y me gustaría que pusieras otro capitulo

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  10. Coral,quiero continuar la historia para poder saber si al final mueren todos en la historia o no.Un beso.

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  11. Pablo serrano cabrera14/6/11 12:02

    Coral yo creo que Hugo mata a todos.Pero me gustaría segir leyendo este cuento

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  12. Jorge Orellana Lorenzo14/6/11 12:05

    Coral a mí me gustaría que continuase la historia para saber si Hugo los mata a todos o no.

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  13. Los capítulos de pacto son muy chulos.Cuánto capítulos habra

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  14. ¡Chicos...LAS TILDES....!

    "mí" lleva tilde al ser un pronombre personal
    "mi" sin tilde cuando es determinante posesivo (Tilde diacrítica.

    "continúa" es un hiato formado por vocal cerrada y abierta, lleva siempre tilde la vocal cerrada.

    "capítulo" es esdrújula y siempre lleva tilde.

    "habrá" es aguda y lleva tilde por terminar en vocal.

    "Pacto" con mayúscula al ser el título de la obra.

    ¡CUIDADO!

    ¡Un saludo a todos!

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  15. Mireia Barajas20/11/11 11:33

    Este cuento me encanta ya que me engancha y te deja con esa intriga de que ocurrira, se mejorara Rebeca,que le propondra el diablo.Voy a seguir leyendo y luego te comento :D

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