Mensaje de Bienvenida

¡Hola a todos!

Iniciamos esta nueva aventura acompañados de dos grandes amigas que iremos conociendo a lo largo del curso. ¿Os las presento?. Son Lengua y Literatura. Lo primero que haremos, además de aprender muchas cosas, es personificarlas.
¿ Recordáis lo que era una personificación?...

17 diciembre 2010

Contamos Cuentos de Navidad

¡Hola Chicos¡
¿Queréis contarnos Cuentos de Navidad? Es la época ¿no?.
Sentémonos al calor del hogar, observemos el brillo de los adornos en el árbol, la luminosidad del Nacimiento en nuestro Belén... El frío de la noche en los cristales de nuestras ventanas,hace que nos arrebujemos en nuestros cómodos

sillones.


Escuchemos estas bellas historias.....






Lengua y Literatura también nos están escuchando....




....Pero antes, Gisell García nos resume uno de los clásicos cuentos de Navidad, el de Charles Dickens....

El protagonista es el señor Ebenezer Scrooge, un hombre avaro y tacaño que no celebra la fiesta de Navidad a causa de su solitaria vida y su adicción al trabajo. No le importan los demás, ni siquiera su empleado Bob Cratchit, lo único que le importan son los negocios y ganar dinero.
Una noche, en víspera de Navidad, Scrooge recibe la visita de un fantasma que resulta ser el de su mejor amigo y socio Jacob Marley, que muere siete años antes del inicio de la historia. El espectro le cuenta que, por haber sido avaro en vida, toda su maldad se ha convertido en una larga y pesada cadena que debe arrastrar por toda la eternidad. Le anuncia a Scrooge que ya ha superado el conjunto de sus maldades, por lo tanto, cuando muera tendrá que llevar una cadena mucho más larga y pesada. Entonces le anuncia la visita de tres espíritus de la Navidad, que le darán la última oportunidad de salvarse. Scrooge no se asusta y desafía la predicción.
Esa noche aparecen los tres espíritus navideños: el del Pasado, que le hace recordar a Scrooge su vida infantil y juvenil llena de melancolía y añoranza antes de su adicción por el trabajo; así como por su desmedido afán de enriquecerse.
El del Presente hace ver al avaro la actual situación de la familia de su empleado Bob Cratchit, que a pesar de su pobreza y de la enfermedad de su hijo Tim, celebra la Navidad.
Luego el Espíritu le muestra cómo todas las personas celebran la Navidad; incluso el sobrino de Scrooge, Fred, celebra la Navidad de una manera irónica pero alegre (debido a que los invitados no quieren la presencia del avaro). Al final el espíritu muestra a un par de niños de origen trágicamente humano: la Ignorancia y la Necesidad; posteriormente el espíritu desaparece inmediatamente a la medianoche.
El Espíritu del Futuro, mudo y de carácter sombrío, le muestra lo más desgarrador, el destino de los avaros: su casa saqueada por los pobres, el recuerdo sobrio de sus amigos de la Bolsa de Valores, la muerte de Tim Cratchit y lo más espantoso: su propia tumba, ante la cual Scrooge se horroriza finalmente e intenta convencer al espíritu de que está dispuesto a cambiar si le invierte el destino. Al final, el avaro despierta de su pesadilla y se convierte en un hombre generoso y amable.
El cambio lo vive el propio Scrooge cuando finalmente celebra la Navidad, hace que un jovenzuelo le compre el pavo y lo envíe para su empleado Cratchit sin dar a conocer quién lo mandó. Posteriormente sale a la calle para saludar a la gente con una "Feliz Navidad" y entra en casa de su sobrino Fred para festejar, causando asombro entre los invitados. Con respecto a Cratchit, finge reprenderlo por su llegada tarde al trabajo; le da un aumento de sueldo y va con él para ayudar a la familia y en especial a Tim en su tratamiento de la enfermedad, lo que al final causa felicidad en ellos haciendo memorable la frase del pequeño Tiny Tim: " Y que Dios nos bendiga a todos".
...Ahora sí, perdámonos en el mundo mágico de los cuentos.....


¿Qué cuento os gusta más?


LA RANA LUCY Y EL GRILLO GUILLERMO.
Caía la noche y un gran manto de nieve, cubría el parque. Un parque tranquilo, donde el ruido dormía y sólo los murmullos de los animalitos se escuchaban en la oscuridad. Tras la ventana de una casita hecha de hojas vivía la rana Lucy, era una ranita muy alegre, con grandes ojos y patitas cortas. Miraba embobada como los copos bajaban lentamente como si estuvieran bailando una danza. En el parque también vivían otros animalitos, pero eran muy orgullosos y presumidos, sólo el grillo Guillermo quería de verdad a la ranita. Era un grillo negro, muy negro, pero muy educado y elegante, tenía un bonito sombrero que sólo se ponía en las grandes ocasiones.
Llego el día que todos esperaban, la fiesta de Navidad, la rana y el grillo, tenían muchos deseos de ver todos los adornos de la gran ciudad y pensaban acercarse a ver un gran Belén viviente que iban a colocar en la Plaza Central. Les gustaba mucho cantar villancicos. A veces se ponían un poquito tristes de estar tan solitos, pero enseguida recordaban dónde jugaban los niños, y disfrutaban de verlos correr y reír.¡Todas las penas se marchaban|.
Lucy y Guillermo se prepararon para ir a la ciudad. Lucy se puso su chaleco y su bufanda a cuadros y Guillermo su sombrero de copa. Atravesaron el parque. Algunos animalitos se burlaron de ellos, diciendo: ¡Mirad que pintas llevan| ,¡ Se creen muy finos|. Pero nuestros amigos no le dieron importancia y siguieron su camino. Al poco tiempo oyeron un gemido, se preguntaron: ¿Qué es eso?. Cada vez lo oían más cerca. De pronto, descubrieron a un pobre saltamontes que estaba aterido de frío. ¡Pobrecito, qué te pasa?. Dijo Lucy. Estaba saltando y se me echó la noche encima, me quedé tan helado que no podía moverme. Los animalitos me vieron, pero ninguno me ayudó. ¡Ves Guillermo|. Dijo Lucy. Todos son muy orgullosos, pero no tienen corazón. La ranita y el grillo, le prestaron sus ropas y le abrigaron, mimándolo para que entrara en calor. El saltamontes agradecido, les dijo: Conozco un lugar donde podéis pasar las mejores Navidades de vuestra vida, además hay un Belén tan bonito que no se os olvidará nunca. Allí, fueron los tres.
Era cierto lo que les contó el saltamontes. En una cunita de paja, había un niño tan bonito, y tenía una mirada tan dulce que a la ranita se le escapó una lágrima. Un buey y una mula le guardaban y San José y la Virgen María le velaban. Se acercó a él, despacito, dando dos saltitos y le susurró al oído: Yo sé, que eres Jesucristo, que amas mucho a los niños, yo también. Tal vez juntos podamos luchar para que siempre sean felices y no lloren. ¡No quiero que se odien| ¡creemos entre todos un mundo mejor|. Sé que eres sólo un muñeco, y que los que me miran pensarán que soy una rana loquita, pero yo sé que me escuchas. La ranita se dio la vuelta y de repente el grillo chilló: ¡Ranita, ranita , el niño te ha sonreído|. Era verdad, una gran sonrisa iluminaba la cara del niño Jesús.
Tal vez el niño no sonrió, pero lo importante es que en nuestro corazón tengamos tanto deseo de amor como la ranita que nos haga creer hasta en lo que no es real. Los amigos volvieron a casa, y esa fue la Navidad más feliz de su vida.
Eva Expósito 1º A


El Milagro de la Navidad
Habían dado las vacaciones de Navidad. En la función del colegio todos los padres aplaudían a sus hijos con alegría y entusiasmo. Alba se había vestido de pastorcilla y estaba muy contenta. A sus tres años, era la primera vez que actuaba delante de tanta gente y eso le ponía algo nerviosa, sin embargo todo su texto lo recitó muy bien y sin equivocarse. Aunque no viera a sus amiguitos por unos días, Alba estaba feliz, era la época del año que mas le gustaba. Le gustaba ver las luces de las calles alumbradas, y pasar a comprar castañas calentitas en el puesto que hacía esquina, era el de la señora Clara. Faltaban dos días para Navidad. Desde la ventana se podía ver como la blanca nieve había cubierto todos los árboles, las calles, los tejados, todo estaba nevado. Dentro de casa había un ambiente muy navideño que Alba y sus papás se habían encargado de crear. Había abalorios de navidad por todas partes. Alba estaba muy contenta porque su abuela había ido a pasar esos días con ellos. Su abuela se llamaba Ana, y era una persona bondadosa, honesta y comprensiva; era genial y la adoraba. Sabía las historias más bonitas e impresionantes que nadie podía imaginar, y cuando Alba tenía un problema su abuela siempre estaba allí con la mejor solución. La quería muchísimo y se lo pasaban de maravilla cada vez que estaban juntas. Su abuela y ella habían pasado la tarde jugando, haciendo vestidos para sus muñecas y contando adivinanzas. Sin embargo, Alba estaba triste, pensaba que esas eran sus peores navidades y ni siquiera su abuela podría ayudarla. Sus papás no estaban en casa y seguramente no pasarían esas navidades con ella. Antes de acostarse, su abuela, le contó un bonito cuento de Navidad, en el que decía que si pides un deseo con todas tus fuerzas se cumple gracias al milagro de la Navidad. Cuando terminó el cuento, le dio un beso muy grande de buenas noches a su abuela, y pidió su deseo con todas sus fuerzas, igual que en la historia que le acababa de contar su abuela. Este era que sus papas volvieran pronto. A la mañana siguiente se despertó algo confusa, oía hablar en el salón y a la vez alguien que lloraba. Cual fue su sorpresa al ver que allí estaban sus papás y sus abuelos muy contentos. Su mamá le dio un beso a Alba y le dijo: Cariño, este es Alejandro, tu hermanito. Alba lo miró y pensó que era el bebé más bonito que había visto nunca. Pronto entendió quien era al que había oído llorar. Eran las mejores navidades que había pasado y se dio cuenta una vez mas que su abuela tenia razón: El Milagro de la Navidad existe.
Eva Expósito (1ºA)


Un cuento sobre la navidad
Hace mucho tiempo, durante una guerra terrible que asolaba los campos, una madre y sus dos hijos pequeños vivían en una casita, cerca de un bosque. El padre de los niños estaba en la guerra y ellos estaban tristes pensando en él. Eran malos tiempos. Los soldados pasaban y se llevaban todo lo que habían plantado en el huerto, sus gallinas, sus cerdos y cualquier otra cosa comestible que encontraban. Sí, eran muy malos tiempos. Por suerte tenían buenos vecinos y se ayudaban mutuamente en lo que podían. Pero las guerras no solo son duras para las personas. También son muy malas para los árboles. Los bosques alrededor de la casa habían sido heridos por el fuego de los cañones, o cortados para hacer hogueras que calentasen a los soldados. Cerca de la casa de Ana y Juan, que así se llamaban los niños de nuestra historia, una gran batalla había destruido todos los grandes árboles, pero un abeto joven seguía intacto. Era tan pequeño aún, que las balas de cañón le habían pasado por encima sin tocarlo. El pequeño abeto se había puesto muy triste al ver a sus mayores morir de forma tan cruel. Él ya sabía que el destino de todos los árboles era morir algún día, pero después de haber ayudado a las personas de muchas maneras; construyendo sus casas y sus muebles o siendo mástil de un gran barco de guerra. "¡Eso si sería un bonito destino!", pensó el pequeño árbol. Imaginó las velas que él sustentaría firmemente, incluso en la peor de las tormentas y cómo los marineros alabarían su entereza y gallardía. Pero era demasiado pequeño para eso. Pensaba, asustado, que la guerra podía terminar sin que él hubiera podido hacer nada útil. Nadie parecía darse cuenta de su existencia hasta que una mañana vio que una mujer y dos niños se aproximaban. La niña tosía mucho, pero el niño y su mamá parecían bastante fuertes. Se le acercaron decididos y para deleite del árbol, la mamá saco una pequeña hacha y cortó su delgado tronco. “¡Esto si que es una aventura - pensaba el arbolito -. Quizá esta señora y sus hijos construyen barcos diminutos y me usarán como mástil de uno de ellos...!” Juan y su mamá, pusieron el árbol en una esquina del comedor de la casa, y lo colocaron bien recto."¿Qué irán a hacer conmigo?", se preguntaba el abeto, pero cuando vio que los niños cogían sus juguetes viejos y los colgaban de sus ramas y empezaron a decorarlo con pequeños trozos de cintas, comprendió que se había convertido en un Árbol de Navidad. Por un lado, no había mejor destino que ser Árbol de Navidad, pero por otro a él le hubiera gustado ser un potente mástil que desafiara vientos y tempestades en medio de los océanos. Como no tenía muchas opciones, decidió que sería el mejor Árbol de Navidad del mundo. Enderezó sus ramas tanto como pudo, y cuidó de que no se le cayera de ellas ningún juguete ni adorno cuando la pequeña Ana, que apenas había comido por culpa de la fiebre y la tos, se le acercaba tambaleando un poco, para acariciar sus verdes ramas. La mamá de Juan y Ana, a falta juguetes nuevos, les contó esa noche bonitos cuentos de hadas y duendes, historias de la Biblia y relatos de otras navidades pasadas, hasta que los niños se durmieron. El Árbol escuchó bien atento todas y cada una de las palabras y las recordó, porque los árboles tienen la mejor memoria de todas las plantas. No son como la hiedra, que recuerda solo lo que quiere o como el césped que se olvida de todo. Aún estuvo unos días el Árbol en la esquina de la sala, pero no vio a la pequeña Ana, que estaba en cama, muy enferma. Él quería ayudar pero todo lo que podía hacer era seguir sosteniendo los juguetes en sus ramas que, por cierto, ya empezaban a dejar caer algunas de sus agujas lo que le producía un ligero dolor. Esa era la parte desagradable de ser un Árbol de Navidad.
Eva Expósito (1ºA)


La Primera Navidad
Mientras todos los niños ayudaban en sus casas en los preparativos para la Nochebuena, Pedro, de 7 años de edad, trabajaba en la joyería de Don Juan para ayudar con el sostenimiento de su casa. Don Juan era un joyero de mucho dinero, pero al mismo tiempo, un hombre sin familia, a quien solamente le importaba el dinero y miraba a Pedro como un simple trabajador más no como un niño. El día de Navidad, Pedro quería retirarse temprano del trabajo para comprar algunas cosas para la cena y ayudar a su mamá. Contemplando en la ventada como algunos niños jugaban, Pedro escuchó un grito que lo hizo temblar:
- ¡Pedro!, gritó Don Juan.
- Sí señor, respondió él
- ¿Qué haces mirando por la ventana? Aún no ha terminado tu trabajo.
- Pedro contestó: ¡Hoy es Navidad!, hoy es el cumpleaños del Niño Jesús, hoy es un día muy especial.
- ¡Pues a mi no me importa! ¡Crees que hoy vas a poder escaparte mas temprano de tus deberes, trabaja mejor!, replicó.
- Pero Don Juan, hoy quería comprar algunas cosas para la cena de Navidad, suplicó el niño.
- ¡Para la cena de Navidad!, se burló el joyero. Tú lo único que quieres es escaparte más temprano. Hoy es un día común y corriente; mejor sigue trabajando si quieres mantener tu empleo.
- Sí don Juan, contestó Pedro muy triste.
El niño continuó trabajando, con lágrimas en los ojos. Su corazón estaba muy triste y angustiado y temía que Don Juan no lo dejase pasar la Navidad junto a su familia. En medio de ese aterrador pensamiento, elevó una plegaria a la Virgen María pidiéndole su intercesión para que pudiese pasar una linda Navidad con su familia. Poco después, Don Juan, inesperadamente, gritó tan fuerte que casi se le sale el corazón a Pedro.
- ¡Pedro, Pedro ven apúrate! - gritaba el joyero horrorizado.
- Don Juan ¿que le pasa? Preguntó.
Don Juan asustado abraza a Pedro y le dice: "Vi un fantasma, vi un fantasma!
- Pedro miró para todos lados en la habitación de Don Juan y no vio nada.
- Cálmese, dijo. Yo no veo nada.
- ¿Me estas tratando de mentiroso?, exclamó el anciano.
- No don Juan, disculpe no quise decir eso.
- ¡Sigue trabando mejor!, fue una pesadilla ¡sigue trabajando!
Don Juan seguía atemorizado por lo que según él había visto. No queriendo permanecer ni un momento solo, se le ocurrió pedirle a Pedro que se quedara con él hasta bien entrada la noche. "Por si acaso", pensó. Don Juan llamó al niño y le dijo:
- Pedro, necesito que hoy te quedes hasta más tarde.
- Pero señor, hoy es Navidad y mi familia me esta esperando.
- ¡Pedro te pago el doble!
- Pero Don Juan, ya tengo casi terminado mi trabajo y debo ir a casa.
Don Juan no le quería confesar que estaba asustado y el niño lo sabía, pero él se resistía a quedarse porque era Navidad. Entonces, se le ocurrió una magnífica idea: "invitar a Don Juan a su casa a pasar la navidad".
-Don Juan: lo invito a pasar la Navidad con nosotros para que no se quede solo.
Don Juan estaba emocionado por el ofrecimiento de Pedro, ya que nadie lo invitaba a su casa y, sin pensarlo, aceptó. Cuando llegaron a la casa de Pedro, Don Juan se quedó muy impresionado porque en esa humilde casa, había mucha alegría y generosidad. Don Juan sonrió como nunca lo había hecho, se dio cuenta que nunca había tenido una Navidad y ahora la compartía con una familia muy sencilla y amable. Sus mejillas se sonrojaron y sobre ellas rodaron muchas lágrimas de la emoción y felicidad que sentía. Al final de la noche, Don Juan se comprometió a ser más justo y considerado con el niño, y a desprenderse de sus bienes a favor de los más necesitados
Raquel Lucas (1ºA)


Abrí la puerta trasera de golpe, y allí en frente de mí, estaba el Indio más viejo que yo creo haber visto. Su cara estaba arrugada y mojada. Sus manos casi moradas por el frío. Él estaba a la pata coja, con un pie sobre otro, saltando sobre sus pies para librarse del frío.
"Freiz Navad" dijo . Yo no podía responder a algo que no entendía. No tenía ni idea de lo que decía ese hombre ni de lo que quería. "Freiz Navad" dijo de nuevo, esta vez señalando un viejo y sucio saco de algodón que llevaba consigo... Yo seguía sin poder responder. Me volví hacia la cocina donde mamá estaba haciendo esas cosas secretas para hacer las cenas de Navidad tan fabulosas. Vi la sorpresa reflejada en su cara cuando ella vio quién estaba en el umbral de la casa.
"Joe, será mejor que hables con ese hombre ...", dijo mamá.
Mi padre vino a la puerta trasera. Puso ambas manos sobre mis hombros mientras que, una vez más, oí al viejo decir "¡Freiz Navad!". Mi padre hablaba suficiente navajo para entenderse. Oí unas cuantas palabras que creía comprender, pero no las suficientes como para saber lo que estaba pasando. Él y mi padre hablaron durante un minuto, más o menos, y, después, papá se volvió hacia mí y me dijo:
"David , ve, entra en casa y coge una bolsa grande de la tienda . Quiero que la llenes con manzanas, naranjas y algunas libras de piñones. Vamos a ayudar a este anciano. Es de Gamerco. Ha andado las 7 millas hasta nuestra ciudad por la nieve para llevar algo de comer a su familia . Dice que toda su familia está enferma y nosotros debemos ayudarle". "Freiz Navad," dijo de nuevo el anciano a la vez que señalaba su viejo saco.
Creo que fue en ese momento cuando finalmente comprendí lo que estaba pasando. El hombre viejo nos deseaba, de la única forma que sabía, una Feliz Navidad. Estaba pidiendo comida y ayuda para su familia. Corrí de vuelta a la salita y empecé a llenar la bolsa de la tienda con manzanas y naranjas que mi madre me pasaba. Incluso metí un par de esas cañas de azúcar y después un par más. Puse piñones en la bolsa casi hasta cubrir la fruta . Después puse unas cuantas naranjas más para acabar de llenar completamente la bolsa. Mientras volvía vi a mi padre dar al hombre viejo un billete de cinco dólares. Le pasé al anciano nuestra bolsa de papel y esperé mirando como echaba todas las manzanas, naranjas y piñones a su bolsa de algodón . Se le cayó una naranja . Me agaché a por la naranja que rodaba al mismo tiempo que el hombre viejo lo hacía. Sus manos cubrieron las mías por unos instantes . Me miró a los ojos y esgrimió una gran y desdentada sonrisa. !Oh, como brillaban sus ojos oscuros! Yo me quité de mi cuello mi bufanda roja totalmente nueva y se la enrollé en el suyo.
Ahora bien , no lo supe en aquel momento pero seguro que mi corazón sabía que acababa de aprender algo muy importante, una lección muy valiosa... una enseñanza que llevaría siempre conmigo para siempre . Es mucho mejor dar que recibir. ¡¡FREIZ NADAD!!
Eva Expósito (1ºA)


Sólo faltaban cinco días para la Navidad. Aún no me había atrapado el espíritu de estas fiestas. Los estacionamientos llenos, y dentro de las tiendas el caos era mayor. No se podía ni caminar por los pasillos. ¿Por qué vine hoy? Me pregunté. Me dolían los pies, lo mismo que mi cabeza. En mi lista estaban los nombres de personas que decían no querer nada, pero yo sabía que si no les compraba algo se resentirían. Llené rápidamente mi carrito con compras de último minuto y me dirigí a las colas de las cajas registradoras. Escogí la más corta, calculé que serían por lo menos 20 minutos de espera. ,
Frente a mí había dos niños, un niño de 10 años y su hermana de 5 años. Él estaba mal vestido con un abrigo raído, zapatos deportivos muy grandes, a lo mejor 3 tallas más grande. Los jeans le quedaban cortos. Llevaba en sus sucias manos unos cuantos billetes arrugados. Su hermana Lucía como él, sólo que su pelo estaba enredado. Ella llevaba un par de zapatos de mujer dorados y resplandecientes. Los villancicos navideños resonaban por toda la tienda y yo podía escuchar a la niñita tararearlos. Al llegar a la caja registradora, la niña le dio los zapatos cuidadosamente a la cajera, como si se tratara de un tesoro. La cajera les entregó el recibo y dijo: son $6.09. El niño le entregó sus billetes arrugados y empezó a rebuscarse los bolsillos. Finalmente contó $3.12 y dijo:
- Bueno, pienso que tendremos que devolverlos, volveremos otro día y los compraremos. Ante esto la niña dibujó un puchero en su rostro y dijo:
- "Pero a Jesús le hubieran encantado estos zapatos".
- Volveremos a casa trabajaremos un poco más y regresaremos por ellos. No llores, vamos a volver. Sin tardar, yo le completé los tres pesos que faltaban a la cajera. Ellos habían estado esperando en la cola por largo tiempo y después de todo era Navidad. En eso un par de bracitos me rodearon con un tierno abrazo y una voz me dijo:
- "Muchas gracias señora".
Aproveché la oportunidad para preguntarle qué había querido decir cuando dijo que a Jesús le encantarían esos zapatos. Y la niña con sus grandes ojos redondos me respondió: - "Mi mamá está enferma y yéndose al cielo. Mi papá nos dijo que se iría antes de Navidad para estar con Jesús. Mi maestra dice que las calles del cielo son de oro reluciente, tal como estos zapatos. ¿Creo que mi mamá se verá hermosa caminando por esas calles con estos zapatos?"
Mis ojos se inundaron al ver una lágrima bajar por su rostro radiante. Por supuesto que sí, le respondí. Y en silencio le di gracias a Dios porque estos niños me hicieron recordar el verdadero valor de las cosas.
Raquel Lucas (1ºA)

EL COCINERO DE NOCHEBUENA.
Ésta es la historia de un cocinero que debía preparar una sabrosa cena de Nochebuena. Había trabajado tanto durante los meses precedentes que se vio abandonado por la inspiración, precisamente en la época más importante del año. Pasaba el día pensando e ideando menús navideños, sin que ninguno de ellos lograra satisfacerle. Así llegó la víspera de Navidad y él seguía huérfano de ideas. Tan cansado estaba que le pudo el sueño y se quedó dormido sobre la mesa de la cocina, rodeado de libros y cuadernos de recetas.
Se vio convertido en un orondo Papá Noel con su abultado saco al hombro, y viajando a bordo de un bello trineo que se deslizaba silencioso por la nieve al son de un dulce tintineo de campanillas. Desconocía el lugar al que se dirigía, pero intuía que el trineo conocía su destino. Porque debo decir que el vehículo que le transportaba no era tirado por ciervos ni por renos, sino que únicamente se desplazaba guiado por una fuerza invisible. Una vez finalizado el viaje, el trineo se detuvo ante una rústica casita en el bosque, de cuya chimenea escapaba un inmaculado y cálido humo blanco.
Llamó a la puerta y ésta se abrió al instante, sin que nadie apareciera tras ella. Entró en la casa y halló un bello salón decorado con toques navideños que provocó en él una profunda y hogareña sensación. Un pequeño abeto le hacía guiños junto a la chimenea encendida, cuyos troncos crepitaban e iluminaban la estancia con sus llamas, y de la que colgaban unos calcetines de bellos colores, esperando ser llenados de regalos. En el centro de la estancia, una acogedora mesa, bellamente dispuesta y con las velas encendidas, esperaba ser cubierta de manjares. No había nadie a su alrededor, y sin embargo se sentía acompañado por presencias invisibles que él percibía, aún sin verlas. Depositó el saco en el suelo y se dispuso a abrirlo. Desconocía lo que podía albergar y por un momento sintió que su corazón latía con más fuerza. Se sentó en una mullida butaca junto a la chimenea y con manos temblorosas empezó a extraer el contenido.
Lo primero que apareció fue una bella sopera con una reconfortante Sopa de Crema, hecha con una gallina entera, aderezada con unos diminutos dados de su pechuga. Levantó la tapa y una oleada de vapor repleto de aromas empañó sus gafas. Después, un dorado y casi líquido Queso Camembert hecho al horno, con aromas de ajo y vino blanco, acompañado de un crujiente pan hizo que su boca se llenara de agua. Hundió la nariz en él y lo depositó sobre la mesa. Su tercer hallazgo fue una Pierna de Cerdo rellena con ciruelas pasas y beicon ahumado que venía acompañada de un sin fin de guarniciones, a cual más apetitosas: cremoso puré de patata aromatizado con aceite de ajo y con mostaza, salsas agridulces y chutneys irresistibles, compota de manzana con vinagre y miel... ¡de ensueño! Dispuso la inmensa fuente en el centro de la mesa y aspiró los intensos aromas que aquella sinfonía de contrastes culinarios le ofrecía. En un rincón del salón, reparó en una mesita auxiliar dispuesta para los postres y allí colocó un crujiente Strudel de Manzana y nueces y una espectacular Anguila de Mazapán, una dulcera de cristal que albergaba una deliciosa compota de Navidad al Oporto y un insólito helado de Polvorones. Apenas podía creer lo que estaba sucediendo, se sentía embargado por la emoción. El menú tocaba a su fin y comprendió que era hora de abandonar aquella cálida casita, para dejar que sus moradores disfrutaran en la intimidad de las exquisitas viandas que había traído en su saco. Pensó que los manjares se enfriarían si no lo hacía pronto, pero comprendió que el calor, material y espiritual, que invadía todos y cada uno de los rincones de la estancia se encargaría de mantenerlos a la temperatura adecuada.
Como toque final a su visita, llenó los calcetines de la chimenea con figuritas de mazapán, polvorones y turrones, que sin duda harían las delicias de los niños... y de los menos niños.
Le despertó el borboteo de un caldo que había dejado en el fuego y que amenazaba con desbordar el puchero. Era ya de madrugada, pero aún tenía tiempo de ponerse manos a la obra y elaborar el menú de la casita del bosque. La fuerza invisible que guiaba el trineo no era otra cosa que el amor que el cocinero sentía por el mundo de la cocina.
Eva Expósito 1ºA


LA ELECCIÓN
Rod y Tod. Así se llamaban los dos afortunados niños que fueron elegidos para ir a ver al mismísimo Santa Claus en el Polo Norte. Un mágico trineo fue a recogerlos a las puertas de sus casas, y volaron por las nubes entre música y piruetas. Todo lo que encontraron era magnífico, ni en sus mejores sueños lo habrían imaginado, y esperaban con ilusión ver al adorable señor de rojo que llevaba años repartiéndoles regalos cada Navidad.
Cuando llegó el momento, les hicieron pasar a una grandísima sala, donde quedaron solos. El salón se encontraba oscuro y vacío: sólo una gran mesa a su espalda, y un gran sillón al frente. Los duendes les avisaron:
- Santa Claus está muy ocupado. Sólo podréis verlo unos segunditos, así que aprovechadlos bien.
Esperaron largo rato, en silencio, pensando qué decir. Pero todo se les olvidó cuando la sala se llenó de luces y colores. Santa Claus apareció sobre el gran sillón, y al tiempo que aparecía, la gran mesa se llenaba con todos los juguetes que siempre habían deseado ¡Qué emocionante! Mientras Tod corría a abrazar a Santa Claus, Rod se giró hacia aquella bicicleta con la que tanto había soñado. Sólo fueron unos segundos, los justos para que Tod dijera "gracias", y llegara a sentirse el niño más feliz del mundo, y para que Santa Claus desapareciera antes de que Rod llegara siquiera a mirarle. Entonces sintió que había desperdiciado su gran suerte, y lo había hecho mirando los juguetes que había visto en la tienda una y otra vez. Lloró y protestó pidiendo que volviera, pero al igual que Tod, en unas pocas horas ya estaba de regreso en casa.
Desde aquel día, cada vez que veía un juguete, sentía primero la ilusión del regalo, pero al momento se daba la vuelta para ver qué otra cosa importante estaba dejando de ver. Y así, descubrió los ojos tristes de quienes estaban solos, la pobreza de niños cuyo mejor regalo sería un trozo de pan, o las prisas de muchos otros que llevaban años sin recibir un abrazo u oír un "te quiero". Y al contrario que aquel día en el Polo Norte, en que no había sabido elegir, aprendió a caminar en la dirección correcta, ayudando a los que no tenían nada, dando amor a los que casi nunca lo tuvieron, y poniendo sonrisas en las vidas más desdichadas.
Él solo llegó a cambiar el ambiente de su ciudad, y no había nadie que no lo conociera ni le estuviera agradecido. Y una Navidad, mientras dormía, sintió que alguien le rozaba la pierna y abrió los ojos. Al momento reconoció las barbas blancas y el traje rojo, y lo rodeó con un gran abrazo. Así estuvo un ratito, hasta que Rod dijo con un hilillo de voz acompañado por lágrimas.
- Perdóname. No supe escoger lo más importante.
Pero Santa Claus, con una sonrisa, respondió:
- Olvida eso. Hoy era yo quien tenía que elegir, y he preferido pasar un rato con el niño más bueno del mundo, antes que dejarte en la chimenea la montaña de regalos que te habías ganado ¡Gracias!
A la mañana siguiente, no hubo ningún regalo en la chimenea de Rod. Aquella Navidad, el regalo había sido tan grande, que sólo cabía en su enorme corazón.
Gisell García (1ºA)


CONFERENCIA DE REGALOS
La Conferencia de Regalos de Navidad de aquel año estaba llena hasta la bandera. A ella habían acudido todos los jugueteros del mundo, y muchos otros que no eran jugueteros pero que últimamente solían asistir, y los que no podían faltar nunca, los repartidores: Santa Claus y los Tres Reyes Magos. Como todos los años, las discusiones tratarían sobre qué tipo de juguetes eran más educativos o divertidos, cosa que mantenía durante horas discutiendo a unos jugueteros con otros, y sobre el tamaño de los juguetes. Sí, sí, sobre el tamaño discutían siempre, porque los Reyes y Papá Noel se quejaban de que cada año hacían juguetes más grandes y les daba verdaderos problemas transportar todo aquello...
Pero algo ocurrió que hizo aquella conferencia distinta de las anteriores: se coló un niño. Nunca jamás había habido ningún niño durante aquellas reuniones, y para cuando quisieron darse cuenta, un niño estaba sentado justo al lado de los Reyes Magos, sin que nadie fuera capaz de decir cuánto tiempo llevaba allí, que seguro que era mucho. Y mientras Santa Claus discutía con un importante juguetero sobre el tamaño de una muñeca muy de moda, y éste le gritaba acaloradamente "¡gordinflón, que si estuvieras más delgado, más cosas te cabrían en el trineo!", el niño se puso en pie y dijo:
- Está bien, no discutáis. Yo entregaré todo lo que no puedan llevar ni los Reyes ni Papá Noel.
Los asistentes rieron a carcajadas durante un buen rato sin hacerle ningún caso. Mientras reían, el niño se levantó, dejó escapar una lagrimita y se fue de allí cabizbajo...
Aquella Navidad fue como casi todas, pero algo más fría. En la calle todo el mundo continuaba con sus vidas y no se oía hablar de todas las historias y cosas preciosas que ocurren en Navidad. Y cuando los niños recibieron sus regalos, apenas les hizo ilusión, y parecía que ya a nadie le importase aquella fiesta.
En la conferencia de regalos del año siguiente, todos estaban preocupados ante la creciente falta de ilusión con se afrontaba aquella Navidad. Nuevamente comenzaron las discusiones de siempre, hasta que de pronto apareció por la puerta el niño de quien tanto se habían reído el año anterior, triste y cabizbajo. Esta vez iba acompañado de su madre, una hermosa mujer. Al verla, los tres Reyes dieron un brinco: "¡María!", y corriendo fueron a abrazarla. Luego, la mujer se acercó al estrado, tomó la palabra y dijo:
- Todos los años, mi hijo celebraba su cumpleaños con una gran fiesta, la mayor del mundo, y lo llenaba todo con sus mejores regalos para grandes y pequeños. Ahora dice que no quiere celebrarlo, que a ninguno de ustedes en realidad le gusta su fiesta, que sólo quieren otras cosas... ¿se puede saber qué le han hecho?
La mayoría de los presentes empezaron a darse cuenta de la que habían liado. Entonces, un anciano juguetero, uno que nunca había hablado en aquellas reuniones, se acercó al Niño, se puso de rodillas y dijo:
- Perdón, mi Dios; yo no quiero ningún otro regalo que no sean los tuyos. Aunque no lo sabía, tú siempre habías estado entregando aquello que no podían llevar ni los Reyes ni Santa Claus, ni nadie más: el amor, la paz, y la alegría. Y el año pasado los eché tanto de menos...perdóname.
Uno tras otro, todos fueron pidiendo perdón al Niño, reconociendo que eran suyos los mejores regalos de la Navidad, esos que colman el corazón de las personas de buenos sentimientos, y hacen que cada Navidad el mundo sea un poquito mejor...
Gisell García (1ºA)


El Ángel de los Niños
Cuenta una leyenda que a un angelito que estaba en el cielo, le tocó su turno de nacer como niño y le dijo un día a Dios:
- Me dicen que me vas a enviar mañana a la tierra. ¿Pero, cómo vivir? tan pequeño e indefenso como soy.
- Entre muchos ángeles escogí uno para ti, que te está esperando y que te cuidará.
- Pero dime, aquí en el cielo no hago más que cantar y sonreír, eso basta para ser feliz.
- Tu ángel te cantará, te sonreirá todos los días y tú sentirás su amor y serás feliz.
-¿Y cómo entender lo que la gente me hable, si no conozco el extraño idioma que hablan los hombres?
- Tu ángel te dirá las palabras más dulces y más tiernas que puedas escuchar y con mucha paciencia y con cariño te enseñará a hablar.
-¿Y qué haré cuando quiera hablar contigo?- Tu ángel te juntará las manitas te enseñará a orar y podrás hablarme.
- He oído que en la tierra hay hombres malos. ¿Quién me defenderá?
- Tu ángel te defenderá más aún a costa de su propia vida.
- Pero, estaré siempre triste porque no te veré más Señor.
- Tu ángel te hablará siempre de mí y te enseñará el camino para que regreses a mi presencia, aunque yo siempre estaré a tu lado.
En ese instante, una gran paz reinaba en el cielo, pero ya se oían voces terrestres, y el niño presuroso repetía con lágrimas en sus ojitos sollozando...
-¡Dios mío, si ya me voy dime su nombre!. ¿Cómo se llama mi ángel?
- Su nombre no importa, tú le dirás: ¡MAMÁ!
Julio Sánchez Ming 1º B


Una leyenda de Reyes.
Todos conocemos a los tres Reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltasar. Muchos de nosotros tal vez nos hemos preguntado cómo siguen entregando regalos a los niños a través del tiempo. ¿Cómo puede ser que sepamos de ellos desde el día que le dieron sus ofrendas al niño Dios y luego hayan seguido entregando regalitos a nuestros bisabuelos, a nuestros abuelos, a nuestros padres y a los que hoy son niños? Existe una leyenda al respecto. Como tal, no sabemos a ciencia cierta si es real o no, pero vale la pena contarla.
Melchor, Gaspar y Baltasar luego de entregar sus obsequios al niño Jesús se sintieron tan felices y satisfechos con tu tarea, que pensaron en hacer regalos a todos los niños del mundo también para la misma fecha. Pensaron también, que algún día serían ya viejitos para tanto viaje en camello y entonces encomendaron a sus hijos seguir con tan hermoso legado.
Cada uno tenía un hijo varón que se llamaba igual que ellos por lo que, salvo algún rasgo físico no hubo mayor cambio. Los hijos de los Reyes pensaron a su vez lo mismo y pidieron a sus ángeles guardianes que les dieran la bendición de tener hijos varones a quienes encomendar su misión de hacer felices a los niños. Por mucho tiempo así fue, cada Melchor, Gaspar y Baltasar tenía a su hijo varón a quien daba el mismo nombre y a quien encomendaba su legajo cuando envejecía. Sin embargo, un día de primavera uno de los angelitos se distrajo y Melchor, tuvo como primer hijo, una hermosa niña.
Aunque feliz por el nacimiento de su hija, no pudo dejar de preocuparse por la misión que tenía encomendada. Dijo que lo intentaría de nuevo y así llegó a las diez hijas mujeres, ni un solo varón. A la más pequeña, ya sin esperanzas de tener un heredero, la llamó Melchorcita. La preocupación de los tres Reyes y sus herederos era justificada. ¿Cómo harían ahora que sólo había dos jóvenes Gaspar y Baltasar y ningún Melchor? Ninguno estaba en contra de las mujeres, pero consideraban que sentarse en un camello, viajar miles y miles de kilómetros y cargar bolsas repletas de juguetes, era tarea de hombre. Sin embargo, el Día de Reyes, era tal vez el más esperado por los niños y no podían fallarles.
Melchorcita, siendo ya una joven y cuando empezaba a notarse el cansancio de su padre, decidió que nada impediría que ella cumpliera con el que consideraba su deber. Se colocó el traje que su papá tenía reservado y se sintió feliz. No le quedaba muy lindo que digamos, muy holgado, por no decir enorme, pero aún así, ella sentía que le sentaba de maravillas y no se equivocada. Luego de dos semanas, tres días y diez horas de discusión, convenció a sus primos que ella podría hacer el trabajo tan bien o mejor que ellos.
El primer Día de Reyes no fue del todo fácil. Tan grande le quedaba el traje de seda, que más allá de resbalarse del camello, se pisaba la capa cada vez que bajaba a dejar un regalo. La corona le caía sobre los ojos, lo que ocasionaba que guiara mal a su pobre camello que extrañaba jinetes más experimentados.
Esto no va a funcionar – Decía Gaspar agarrándose la cabeza.
– Creo que mejor seguimos solos nosotros dos ¿Te parece? – Preguntó Baltasar.
Antes que Gaspar pudiera contestar, se escuchó la voz potente de Melchorcita que decía:
¡De ninguna manera! Esta misión también es mía y la voy a cumplir como sea.
Ambos Reyes se resignaron y viendo que nada podían hacer para detener a su prima, le permitieron seguir viaje. La joven había leído atentamente cada una de las cartitas, por lo que aprendió a conocer mejor que muchos otros Reyes a los niños que las habían escrito. Cuando dejaba un regalito, y sabiendo bien para quien era cada uno, dejaba notas junto a los juguetes tales como: “Toma la sopa tan rica que hace tu mamá” o “No duermas tan desabrigado, te vas a resfriar” o “No es bueno que comas tantos caramelos”.
Los niños de esa época se sorprendían un poco de encontrar junto a una pelota de fútbol un cartelito rosa con flores dibujadas que dijera “ten cuidado al patear que puedes lastimar a alguien”. Con el tiempo, todos se acostumbraron y hasta esperaban las famosas notas que, a veces, ayudaban a los papás a que sus hijitos se portarán mejor.
Por varios años todo estuvo tranquilo, hasta que Melchorcita se enamoró, se casó y comenzó a distraerse mucho. En una casa, junto a las zapatillas, dejó una traba para el cabello. Grande fue la sorpresa de los padres pues sólo tenían hijos varones y más aún, la de los niños que ni siquiera sabían para que servía tal elemento. En otra casa, al ver que la niña que vivía había dejado unos zapatos con tacón poco acordes a su edad, le dejó una notita que decía “No es bueno usar tanto tacón, te puede pasar como a mí y caerte”. Desconcertada, la niña quedó pensando en por qué un Rey Mago usaría tacones. En cada hogar un error, una pista que hizo pensar a los niños de esa época que uno de los famosos Reyes Magos era una mujer.
El rumor corrió de tal manera que llegó a los oídos de Gaspar y Baltasar.
¡No podemos dejar que esto se sepa! – vociferaba Gaspar.
Tampoco podemos quitarle su derecho de hacer felices a los niños – dijo Baltasar.
Algo habrá que hacer, pero no se qué realmente – comentó muy preocupado Gaspar.
El angelito estaba escuchando y dispuesto a arreglar su distracción de tantos años atrás, puso manos a la obra.
En poco tiempo, todo el reino supo que Melchorcita estaba embarazada. Para antes del día de Reyes dio a luz a un hermoso varón, a quien por supuesto llamó Melchor. Continuó haciendo su trabajo cada vez con más cuidado, hasta que su hijo fue un jovencito. Ya no dejaba pista alguna, pero sí continuaba con su costumbre de escribir las famosas notitas. Llegó un día en que su hijo Melchor tuvo edad suficiente para hacerse cargo del legajo que, esta vez, dejaba su madre y lo hizo con orgullo y mucha dedicación junto a sus primos.
Dice la leyenda que el angelito jamás volvió a distraerse y en cada descendencia de Melchor, Gaspar y Baltasar, siempre hubo un hijo varón. Dice también la leyenda que los que fueron niños en esos días atesoran esas hermosas notitas escritas con letra de mamá y los que lo son ahora, lamentan no recibirlas.
Raquel Lucas 1ºA


51 comentarios :

  1. Raquel Lucas18/12/10 15:26

    Era un 24 de diciembre Maria y José iban camino a Belén, José iba a pie y Maria sentada en un burro.
    Maria estaba embarazada y esa noche tendrá a su hijo, el que se llamara Jesús.

    Tiempo atrás el arcángel Gabriel visitó a Maria y le dijo que en su vientre llevaba al hijo de Dios, al que debía llamar Jesús.

    Maria y José buscaron donde dormir esa noche, pero nadie podía alojarlos, estaba todo ocupado.
    Un señor de buena voluntad les presto un establo para que pasaran la noche, mientras José juntaba paja para hacerle una cama a Maria.

    En el cielo nació una estrella que iluminaba mas que las demás.

    En el oriente, lejos de Belén estaban tres sabios astrólogos, se llamaban: Baltazar, Melchor y Gaspar.

    Ellos sabían que el nacimiento de esta estrella significaba que un nuevo rey iba a nacer.

    Los tres sabios a los que conocemos como Los Tres Reyes Magos fueron guiados por la estrella hasta el pesebre del nuevo rey, Jesús.

    El nuevo rey ha nacido dijeron los Reyes Magos, y le regalaron a Jesús oro, mirra e incienso.

    Así como Baltasar, Melchor y Gaspar llevaron regalos a Jesús…
    Ahora el viejito pascuero(Papá Noel) trae regalos en Navidad, celebrando cada año, el Nacimiento de Jesús.

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  2. Raquel Lucas18/12/10 15:33

    En una pequeña ciudad había una sola tienda que vendía arboles de Navidad. Allí se podían encontrar arboles de todos los tamaños, formas y colores.
    El dueño de la tienda había organizado un concurso para premiar al arbolito más bonito y mejor decorado del año y lo mejor de todo, es que sería el mismo San Nicolás quien iba a entregar el premio, el día de Navidad.

    Todos los niños de la ciudad querían ser premiados por Santa y acudieron a la tienda a comprar su arbolito para decorarlo y poder concursar.

    Los arbolitos se emocionaban mucho al ver a los niños y decididos a ser el elegido, les gritaban:¡A mí... a mí... mírame a mí ¡

    Cada vez que entraba un niño a la tienda era igual, los arbolitos comenzaban a esforzarse por llamar la atención y lograr ser escogidos.
    ¡A mí que soy grande!... ¡no, no a mí que soy gordito!... o ¡a mí que soy de chocolate!... o ¡a mí que puedo hablar!. Se oía en toda la tienda.
    Pasando los días, la tienda se fue quedando sin arbolitos y sólo se escuchaba la voz de un arbolito que decía:
    A mí, a mí... que soy el más chiquito.

    A la tienda llegó, casi en vísperas de Navidad, una pareja muy elegante que quería comprar un arbolito.
    El dueño de la tienda les informó que el único árbol que le quedaba era uno muy pequeñito.
    Sin importarles el tamaño, la pareja decidió llevárselo.
    El arbolito pequeño se alegró mucho, pues al fin, alguien lo iba a poder decorar para Navidad y podría participar en el concurso.
    Al llegar a la casa grande, donde vivía la pareja, el arbolito se sorprendió:
    ¿Cómo siendo tan pequeño, podré lucir ante tanta belleza y majestuosidad?.
    Una vez que la pareja entra a la casa, comenzaron a llamar a la hija:
    ¡Regina!... ven... ¡hija!... te tenemos una sorpresa.

    El arbolito escuchó unas rápidas pisadas provenientes del piso de arriba. Su corazoncito empezó a latir con fuerza. Estaba dichoso de poder hacer feliz a una linda niñita.
    Al bajar la niña, el pequeño arbolito, se impresionó de la reacción de esta.
    ¡Esto es mi arbolito!... Yo quería un árbol grande, frondoso, enorme hasta el cielo para decorarlo con miles de luces y esferas. ¿Cómo voy a ganar el concurso con este arbolito enano? Dijo la niña rompiendo en llanto.
    Regina, era el único arbolito que quedaba en la tienda. Explicó su padre.
    ¡No lo quiero!...es horrendo... ¡no lo quiero! Gritaba furiosa la niña.
    Los padres, desilusionados, tomaron al pequeño arbolito y lo llevaron de regreso a la tienda.

    El arbolito estaba triste porque la niña no lo había querido pero tenía la esperanza de que alguien vendría por él y podrían decorarlo a tiempo para laNavidad.
    Unas horas más tarde, se escuchó que abrían la puerta de la tienda.
    ¡A mí... a mí... que soy el más chiquito. Gritaba el arbolito lleno de felicidad.
    Era una pareja robusta, de grandes cachetes colorados y manos enormes.
    El señor de la tienda les informó que el único árbol que le quedaba era aquel pequeñito de la ventana.
    La pareja tomó al arbolito y sin darle importancia a lo del tamaño, se marcho con este.
    Llegando a la casa, el arbolito vio como salían a su encuentro dos niños gordos que gritaban:
    ¿Lo encontraste papi?... ¿Es cómo te lo pedimos mami?
    Al bajar los padres del coche, los niños se le fueron encima al pequeño arbolito.
    ¿Y que pasó despues? Acaben la historia. Consulten a la familia...

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  3. Raquel tú última historia es preciosa

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  4. Hola Coral, me gustaría decir por aquí cual es mi deseo para la navidad y para este nuevo año 2011 que entra: me gustaría valorar a las personas que en realidad me quieren y aprecian y no solo querer y estar con las personas que me mienten y no me quieren, porque esa gente no es la que va a estar conmigo en los malos momentos y la gente que en realidad te quiere puede estar sufriendo por la indiferencia que esa persona a la que quieres te demuestra. Eso lo he aprendido y nunca lo he llevado acabo, pero creo que es necesario porque puedes ayudar a que la gente no se lleve disgustos y a saber lo que en realidad te conviene y hace sentir bien a las personas que te quieren, creo que las personas que te muestran a diario que te quieren son más importantes y te quieren más que aquellas que solo te hablan cuando no tienen a nadie. Mer gustaría que esto lo cumpliera a demás de mi toda la gente que se vea identificado con esto, yo lo voy a cumplir porque me he dado cuenta de que he obrado mal con la gente que me quiere.
    Un feliz 2011 a todos los seguidores del blog y que este nuevo año esté cargado de esperanza, amor e ilusión.

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  5. ¡Anónimo que razón que tienes!me has hecho pensar con este comentario y a la vez me has hecho llorar y entristecerme, a mi también me ha pasado una cosa así, pero no ha sido que yo no valore a la gente sino que la gente no me valora a mi; la verdad que es muy triste porque te haces ilusiones con ciertas personas y luego te demuestran que tu no eres lo mismo para ellas y que toda la ilusión que has puesto en los momentos que estas con esa gente y lo que sientes por ellas te lo tiran por los suelos en nada de tiempo cuando te muestran que ellas no piensan lo mismo; duele pensar que esas personas son tu vida y tu para ellas no seas nada pero viendo que esto es así por muy doloroso que sea hay que intentar superarlo por mucho que cueste porque la gente que te valora estará sufriendo por verte mal. Es muy facil hundir a la gente débil y sobretodo si estas ciego con algunas personas. Mi mayor deseo sería que esa gente volviera a estar conmigo y que volviera a hacerme feliz y ojalá y se haga realidad.
    El blog está muy bien, me gusta mucho...
    Felices fiestas a Coral y a todos los seguidores del blog.
    Un abrazo.

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  6. Ana Carpio y Nani Contreras22/12/10 10:58

    Nos ha gustado mucho el cuento de "la primera navidad"
    porque el hombre cambia y se vuelve una buena persona.

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  7. Josefa Vico22/12/10 11:04

    Coral le he pillado una falta a Eva Expósito ,en el cuento "La rana Lucy y el grillo Guillermo", la falta es llegó que no le ha puesto tilde,porque es aguda y termina en vocal.

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  8. Laura Vallejo Egea.22/12/10 11:05

    ¡¡Me gustan todos!!
    Porque la navidad es importante.
    Y además de que están muy bien contados.

    ¡¡FELIZ NAVIDAD A TODOS!!

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  9. Pablo serrano cabrera22/12/10 11:07

    El cuento que más me gusta es la primera navidad porque es bastante verdadero y muestra la humildad de algunas familias pobres y mira nosotros haciendo comilonas etc.

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  10. Alberto Soberino Acero22/12/10 11:10

    A mí me ha gustado el cocinero de navidad de Eva porque cuenta como una persona normal se convierte en un tipo de papá Noel cocinero repartiendo en vez de regalos comida.

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  11. María Rodríguez Padilla 1ºB22/12/10 11:14

    El de la rana Lucy y el Grillo Guillermo me encanta, pero son todos Muy bonitos
    ¡Feliz Navidad a Todos!

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  12. María del mar22/12/10 11:19

    Me ha gustado la rana Lucy y el grillo Guillermo porque es muy bonito todo lo que cuenta

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  13. Ana Sotés Rodríguez22/12/10 11:22

    A mi personalmente me he gustado mucho el de la Rana Ludy y el grillo Guillermo.
    Te enseña la verdaderas personas que son capaces de hacer los que sea por una persona que necesita ayuda.
    No hagas lo que no te gustaría que te hicieran a ti.

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  14. Mirella(1ºB)22/12/10 11:25

    "El milagro de la navidad",de Eva Expósito,a sido el cuento que más me ha gustado,porque,Alba se da cuenta de que el milagro de la navidad existe,y,todos debemos pensar lo mismo,que el milagro de la navidad siempre está presente.

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  15. Mirella(1ºB)22/12/10 11:28

    Todos los cuentos están muy bien,hasta Fátima se ha emocionado tanto que ha llorado.

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  16. Fátima Iruela Campos(1ºB)22/12/10 11:29

    Me ha gustado el cuento de "LA RANA LUCY Y EL GRILLO GUILLERMO" porque al fin descubre el verdadero significado de la navidad.

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  17. Julio Sánchez Ming 1ºB22/12/10 11:29

    El cuento de conferencia de regalos me ha gustado mucho porque el niño es el que lo soluciona todos los problemas de la Navidad salvándola.

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  18. Jorge y Crisóbal 1ºE.S.O B22/12/10 11:32

    A nosotros nos ha gustado "EL MILAGRO DE LA NAVIDAD". Es un cuento realístico y bonito. La niña espera desesperada y con pena a sus padres porque cree que no podrá celebrar la navidad con ellos y con su hermano.

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  19. Jose Manuel Nieto22/12/10 11:33

    Me gusta el cuento de Navidad porque trata sobre un avaro que se vuelve generoso y descubre el verdadero motivo de la Navidad

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  20. Raquel Lucas22/12/10 14:10

    Todos los cuentos son preciosos y todos dicen que son muy bonitos los mios.

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  21. Gisell García Escorcia22/12/10 14:12

    A mí me gusta el cuento de "El cocinero de Navidad" de Eva Expósito Funes

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  22. Irene Padilla Reche22/12/10 14:14

    Todos los cuentos de Raquel son preciosos y el que más me gusta es La primera navidad.

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  23. Pedro Miguel García González22/12/10 14:16

    La primera navidad, es la historia que más me ha gustado por eso mi voto va para ella, enhorabuena Raquel.

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  24. Eva Expósito Funes 1ª22/12/10 14:21

    Me gusta el cuento de "¡¡FREIZ NADAD!!"porque me gusta como son las personas cuando ayudan a la gente pobre, que son de otra raza , que hablan otro idioma ...

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  25. sergio cazorla ecudero22/12/10 14:24

    Coral también me gusta mucho un cuento de Eva el de milagro de navidad me muy chulo

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  26. OSCAR LLOREDA VITORIA22/12/10 14:25

    Todos son muy buenos porque son muy originales pero yo el que destaco es el cuento de Gisell García Escorcia.
    Me gusta porque enseña que hay que ser bueno con la gente y no solo puede importarte el dinero.

    De parte de Oscar Lloreda Vitoria

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  27. Gisell García Escorcia22/12/10 14:26

    Me gusta el cuento de Eva Expósito Funes de "La rana Lucy y el grillo Guillermo" porque me gustan los personajes y cómo descubren la Navidad.

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  28. Francisco Cruz coronado22/12/10 14:28

    Coral el cuento que ha contado Raquel me ha gustado mucho y está bastante bien

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  29. Me encantan tus cuentos Raquel son preciosos.

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  30. Ana Jiménez de la plata22/12/10 14:31

    Me gusta la de Raquel de los niños que están en una tienda en la cola de el sitio de pagar, es precioso porque tiene un sentido muy dulce es uno de los que más me ha gustado te doy la enhorabuena Raquel.

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  31. Que historias tan bellísimas,da gusto poder leerlas y reflexionar con ellas

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  32. Raquel Lucas22/12/10 16:19

    Los adultos también escriben cartas a los reyes magos.
    Hace mucho tiempo, los adultos, decepcionados por no recibir regalos en Navidad, se reunieron y decidieron volver a escribir cartas a Sus Majestades los Reyes Magos y a Papá Noel. Las peticiones desbordaron los fondos y provisiones de los almacenes de Oriente y las tierras laponas del Polo Norte, de manera que reunidos en Consejo Real, decidieron tras deliberar, optar por no atender las peticiones de las personas mayores porque sería imposible repartir juguetes a todos los niños. Así ocurrió y en las Navidades más frías que se recuerdan, en los trineos y camellos no se cargaron nada más que los pedidos de los pequeños. Los adultos reaccionaron y tras largos debates, optaron por enviar una larga misiva reivindicativa en la que informaban a sus Majestades, que en lo sucesivo impedirían a sus hijos escribirles en Navidad como medida de presión. Las Fiestas se volvieron tristes y aunque los niños recibían obsequios, la magia de la sorpresa y el misterio desaparecieron. Sin fantasía, sin encanto, sin el elemento lúdico, los pueblos se volvieron insípidos, descarnados, sin alma; los Reyes Magos se quedaron sin trabajo, perplejos e impotentes. Baltasar, el más sabio de todos, ordenó a su paje acudir a negociar con los adultos. Tras muchas horas y días de discusiones, hubo acuerdo unánime. Gaspar y Melchor aceptaron la propuesta de incluir presentes para todos, pero Papá Noel reparó en un hecho de capital importancia: las tareas de reparto no podrían concluirlas en una sola noche.

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  33. Raquel Lucas22/12/10 16:30

    Coral te enviado dos veces una parte del cuento pero es esta. Convencidos de que la aparición de la estrella era señal de buenos augurios y presagios, dispusieron la marcha siguiendo su estela errante. Dormían durante el día para poder estudiar su luminosidad en la oscuridad de la noche. Repasaron todos los libros de astronomía y gracias a sus predicciones astrológicas llegaron a una conclusión. Se presentaron en Jerusalén y preguntaron: ¿dónde está el Niño Dios que ha nacido? Hemos visto su estrella en el oriente y venimos a adorarlo.- Lo que ocurrió después es de sobra conocido, y los Reyes tras llegar a Belén, un pueblo de Judea, postrarse en tierra ante Él y ofrecerle como regalo oro, incienso y mirra, regresaron a su país. Los Reyes partieron convencidos de que con motivo de la llegada del Niño Jesús a la Tierra, los adultos recapacitarían y volverían a estar ocupados encargándose de repartir juguetes. Pero no fue así porque Herodes mandó matar a todos los santos inocentes menores de dos años temeroso de que el Niño Jesús ocupara su trono. Pasaron unos años sin que Sus Majestades recibieran cartas pidiéndoles regalos los niños. Pero un día recibieron una muy especial. El Niño Jesús les conminaba a que volvieran a repartir fantasía e ilusión a los pequeños. Tras celebrar la recepción de la misiva divina, convinieron en partir hacia Nazaret, porque así podía leerse en el sobre su procedencia. El Niño Jesús había crecido y sus reflexiones eran sabias y profundas como correspondía a su naturaleza de Hijo de Dios. Los Reyes Magos le trasladaron la objeción de Papá Noel de que les sería imposible repartir en una sola noche regalos a todas las personas puesto que no dispondrían ni de tiempo ni de espacio en las alforjas de los camellos ni en el trineo. El Niño Jesús les hizo leer un pasaje de las Sagradas Escrituras y les dejó meditar.- “Sabiduría 7- 24- Pues más móvil que todo movimiento es la sabiduría, y con su pureza todo lo atraviesa y lo penetra”- Leyó en voz alta Melchor. De repente, Gaspar suspiró y en tono alegre dijo: -Tengo la solución. Nuevamente regresaron a su palacio convencidos de que el Niño Jesús lo que quería era que se recordase y proclamase la redención con su Nacimiento, es decir la fe de que había venido para festejar nuestra salvación, y que había que acogerlo en nuestros corazones. Y así sucedió. Los hombres y mujeres comprendieron que era un regalo mucho más valioso el hermanamiento, la paz, la solidaridad, la alegría, el compartir mesa y mantel con la familia, los villancicos, los belenes, los arbolitos, las luces, el espíritu navideño, el amor, los deseos, proyectos, y la certeza de que si no es el momento de uno, todo volverá a ocurrir, porque cada año vuelve a nacer el Niño Jesús. Las cartas volvieron a invadir el palacio real y las tierras septentrionales. Papá Noel tuvo que volver a engordar para soportar el frío de la intemperie y Melchor,Gaspar y Baltasar interrumpieron sus estudios de astrología para dedicarse a organizar las Cabalgatas y la adquisición de juguetes con la ayuda de sus pajes. La intolerancia había sido superada por el daguerrotipo de cualquier niño en el instante en que al levantarse descubre sus regalos junto a sus zapatos, ese momento de felicidad sincera, de alegría de vivir, que contagia y prende la mecha del amor en nuestros corazones, tal y como quería el Niño Dios. Y es que la Navidad consiste en eso: en un regalo, en forma de juguetes e ilusión para los niños; y de solidaridad y esperanza para los adultos. Por ello, también las personas mayores escriben cartas a los Reyes Magos. Fin

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  34. Raquel Lucas22/12/10 16:34

    El niño que no creía en Papá Noel. Cuentos clásicos para niños.
    Papá noel
    Era todavía el veintitrés de diciembre cuando la bicicleta, cargada de juguetes, estaba ya esperando y el viejo Papá Noel se encontraba dispuesto a emprender el viaje. -Su nombre es Ricardo -decía al ponerse los guantes- y no cree en Papá Noel. El criado que sostenía la bicicleta lanzó una sonora carcajada, y el hombre de la luna, que estaba atisbando detrás de la montaña, sonreía francamente. Papá Noel había abandonado sus renos; parecíale que debía seguir la marcha de los tiempos y los renos eran ya cosa fuera de moda; por su parte, éstos no velan con gusto que se les arrinconara, creyéndose dignos de ser tratados con mayor respeto y consideración. Después de haber servido bien y fielmente a un amo durante tantos centenares de años, era realmente poco agradable para los nobles animales el verse tratados de tal manera, y antojábaseles que no estaba del todo puesto en razón semejante proceder.
    Papá noel sin los renos
    Sin embargo, nada podían hacer; lo cierto era que Papá Noel había comprado una bicicleta y que los renos iban a quedarse en casa. -Tengo un plan, un plan magnífico –dijo Papá Noel al montar en la bicicleta.

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  35. Raquel Lucas22/12/10 16:36

    - No tardaré mucho en ponerlo en práctica. Y se puso a correr por el camino. Franqueó montañas y dobló encrucijadas, diciendo mientras tanto para sí: -Ricardo, tengo que hablar contigo. No puedo permitir que digas a otros niños que guarden golosinas y frutas para llenarse de ellas unos a otros las medias, porque en realidad no existe Papá Noel. Ricardo, querido amiguito, esto no puede ser. Saltó de la bicicleta sin detener su carrera, se envolvió en su holgado manto, cargose el pesado saco sobre los hombros y trepó por la pared de una casa hasta la chimenea, tan fácilmente como vosotros hubierais subido por una escalera. Luego, descendiendo por el cañón de la misma, llegó al cuarto del infortunado Ricardo. Este hallábase acostado en su caliente y bien mullido lecho, sumido en profundo sueño, y bien ajeno ala visita que iba a recibir en aquel instante. -¿Cómo estás esta noche, amiguito? -exclamó Papá Noel, mientras el niño se incorporaba asustado.- Levántate y vístete en seguida, que vas a venir conmigo -dijo Papá Noel.- Esta noche llenarás tú las medias. Ea; ¡arriba, perezoso! Y alargando una mano al niño, le ayudó a salir de la cama. Ricardo no decía una palabra, pero se puso los vestidos, con precipitación, en la mitad del tiempo acostumbrado. -Ahora, en marcha, aprisa -dijo el viejo caballero,- y quizás será mejor que cargues tú con el saco. Estoy seguro de que mis espaldas no dejarán de agradecértelo. Y Papá Noel empujó a Ricardo chimenea arriba, llevándolo por encima de los tejados de las casas. Una vez, ocultándose tras una chimenea, se rió de él de muy buena gana, y otra tuvo que hacer como que se enfadaba, porque Ricardo se detuvo al ver lo estrechas y negras que eran algunas chimeneas. -¿Empiezas a creer en Papá Noel? -preguntó el anciano caballero. Pero Ricardo no tenía aliento ni para mover la cabeza. -Me parece que no lo haces muy bien -dijo, viendo que el muchacho llenaba una media de muñecas y muñecos. -Supongo sabes que ésta es la media de Gertrudis. Sin duda no conoces a la señora. Naturalmente, sonreirá cuando baje esto por las escaleras, pero también puede enfadarse.

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  36. Raquel Lucas22/12/10 16:38

    Papá Noel se enfadaba de veras, pero el infeliz Ricardo no decía ni una palabra, poniendo en la media lo primero que encontraba a mano en el saco, sin saber nunca si a su propietario le gustaría o no el obsequio.
    Papá noel y los regalos
    A la media de una doncella, fue a parar una muñeca japonesa y un feo muñeco negro; por una feliz casualidad, un niño pequeño recibió una trompeta y un tambor, y Ricardo llenó una media muy grande de muchacho con unos paquetes que luego Papá Noel dijo estaban llenos de paja y basura. Por fin el saco quedó vacío y Ricardo se alegró de encontrarse otra vez por los tejados. Estaba cansado y molido. Al llegar sobre el techo de su propia casa, Papá Noel lo metió de repente en el saco y bajó la chimenea con él. -¿Crees ahora en Papá Noel? -preguntó. El chico hizo una señal afirmativa y se metió en la cama, pero no hizo más que removerse inquieto hasta la hora de levantarse. Almorzó muy aprisa, antes que bajaran su padre y su madre, y se dispuso a salir a la calle. El día anterior lo había pasado ayudando a otros tres muchachos a construir un trineo y habían convenido en reunirse lo antes posible por la mañana para terminarlo. Pero, al llegar a la puerta, se encontró con su hermanita Matilde, que le preguntó alegremente: -¿Adónde vas tan de prisa? Voy a ver a mis amigos, para poner en práctica una expedición que, desde ayer, tenemos proyectada. -¿No quieres, pues, acompañarme a pasear esta mañana, como de costumbre? -dijo la niña. -No, no me es posible -contestó Ricardo con tono resuelto. -Está bien -replicó Matilde con acento de reproche; -en ese caso, yo tampoco te daré una buena noticia que te tenía preparada. -¿Qué es ello? -interrogó Ricardito muy intrigado. -Nada; si no te quedas, no lo sabrás, te lo aseguro. -Pues bien -insistió Ricardito, parlamentando a medias, -si me lo dices, iré a ver amis amigos, porque lo tengo prometido, pero volveré en seguida a reunirme contigo. -Está bien -replicó tenazmente la niña,- cuando vuelvas te lo diré. Ricardo, lleno de despecho, partió para ver a sus amigos, y proseguir con ellos la construcción del trineo. Hacía poco rato que estaba clavando clavos, cuando los otros tres aparecieron. Tenían el gran proyecto de coger el caballo del colono para que tirara del trineo, y Ricardo olvidó las penas de la noche aplicándose al trabajo. Terminado el trineo, se apoderaron del caballo con poca dificultad y la partida marchó alegremente.

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  37. Raquel Lucas22/12/10 16:40

    ¡Esta si que va a ser una verdadera expedición! -exclamó entusiasmado Ricardo. -¡Magnífica! -dijeron a coro sus amigos. -Bueno -intervino uno de ellos,- pero, a todo esto, aun no sabemos adónde hemos de dirigirnos. -Poco importa adónde -replicó Ricardo, que era el más resuelto de todos. Cuando el caballo se canse, volveremos a casa. -¡Eso es! -gritaron a coro los excursionistas, con el mayor regocijo. -Seguiremos hasta que no podamos ir más lejos. Y la expedición continuó adelante, pero al dar la vuelta a una colina, vieron una figura humana a un lado del camino. -Es el colono -dijo uno de los muchachos. -Es un policía -exclamó otro. -Quizás sea Papá Noel -añadió el tercero. Ricardo lanzó un grito de horror, y envidió más que nunca a los niños que, creyendo en Papá Noel, van a visitar el árbol de Navidad, y para los cuales guarda todos sus regalos el anciano caballero. El caballo echó a correr arrastrando consigo el trineo. Los chicos no se hicieron el menor daño y tres de ellos corrieron a dar caza al caballo; pero adelantándose Ricardo, le paró y lo condujo hacia casa. Su hermana Matilde le encontró en la puerta, como había sucedido al partir. -¿Por qué has tardado tanto? -preguntó.- Mamá te necesita. Ha llegado una tarjeta invitándonos a visitar el árbol de Navidad en las Torres. Esta es la noticia que te guardaba. El año pasado fue una agradable fiesta. ¡No te acuerdas, de que vino Papá Noel? -Sí que me acuerdo -dijo el muchacho,- pero Papá Noel vino ayer noche. -Vendrá también esta noche -dijo Matilde;- esta noche es Navidad. Ricardo parecía intrigado. -¿Fue acaso un sueño? -murmuró en voz baja. -La otra noche -exclamó Matilde- tuve un hermoso sueño. Imaginé hallarme en el país de las hadas. No me acuerdo de cómo llegué allí... me gustaría recordarlo porque así podría volver de nuevo... pero de una manera u otra, el caso es que llegué y vi a la reina de las hadas, cuyo retrato tengo en un libro que hojeo con frecuencia. La reina iba en su carroza tirada por cuatro hermosas mariposas, rodeada de gran número de damas y criados como es del caso, y en verdad que era muy amable y graciosa. Me quedé muy triste cuando desperté. ¡Pero tú no crees en hadas!.. Ricardo permaneció durante varios minutos muy ensimismado en sus pensamientos. Matilde le contemplaba con aire admirado; su hermano no se parecía en nada al Ricardo de costumbre. -¿Qué pasa? -dijo por fin. Matilde empezaba a mostrarse impaciente. -¡Bueno! -dijo.- Si no tienes nada que decirme, me marcho. -Oye, Matilde -exclamó Ricardo de repente,- tengo algo que contarte. Papá Noel ha venido la noche pasada y me ha hecho llenar muchas medias con cosas que no eran del caso porque no creía en él. ¿Crees que me hará también llenar nuestras medias esta noche? ¿Qué debo hacer? -En mi mejor libro de hadas, se dice algo sobre eso -dijo Matilde.- Déjame que recuerde; se lo leí en alta voz a Priscila el otro día. Papá Noel sólo se presenta a los niños buenos y amables. Esto es lo que dice. -Pues yo prefiero ser malo -repuso Ricardo. No quiero que venga a verme de nuevo. Pero su madre gritó en aquel instante: -¡Matilde! -y Matilde echó a correr, dejándolo solo. -Tal vez si me acercara a la chimenea y dijera: «Papá Noel, creo en ti» quedaría satisfecho -pensó el niño. Y se arrodilló en el hogar. -¿Qué estás haciendo aquí y dónde has estado toda la mañana, Ricardo? -preguntole su madre. Ricardo estuvo un momento pensando; luego le contó su salida en el trineo.

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  38. Raquel Lucas22/12/10 16:44

    Una confusión navideña. Cuentos de navidad. Los mejores cuentos navideños.
    Como todos podemos imaginar, para esta época del año, el taller de Papá Noel está en plena actividad. Sabemos que Papá Noel no trabaja solito, sino que lo ayudan miles de duendecitos pequeños, ligeros y encantadores. Nadie alcanza a ponerse al día, el taller es un lío tremendo, duendes que van y vienen, juguetes que se fabrican y se envuelven, cartas por todos lados. De todos modos, para poder cumplir bien con todo este trabajo, los duendes están organizados en grupos y cada grupo cumple una función diferente. Algunos duendes confeccionan los juguetes o se encargan de conseguirlos ya hechos. Otros los distribuyen. Unos cuantos se dedican a leer las cartas y seleccionar los pedidos según sea niña o niño, la edad, el tipo de juguete o el regalo que quiere, etc. Estos últimos son los duendes lectores; ellos juntan la inmensa cantidad de cartas que envían todos los niños del mundo, las abren, las leen y las seleccionan para entregar a las distintas secciones, como por ejemplo, sección de juegos de computadora, de play-station, de Barbies. Las cartas llegaban, como ya dijimos desde todo el mundo. Llegaban cartas de los niños que más tenían y también las de aquellos que no tenían tanto o tenían muy poco. Para desgracia de nuestros duendecitos, esa Navidad hizo mucho más frío que de costumbre y la mayoría de ellos se resfrió. Todos tenían la nariz colorada, parecían Rodolfo el reno, pero versión duende. Se la pasaban estornudando, que achíz de acá, que achíz de allá, era un verdadero concierto de estornudos. Los duendes lectores son también muy divertidos y algo traviesos, y tan cansados estaban de estornudar a cada rato que, para no aburrirse, hicieron un campeonato de estornudos.

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  39. Raquel Lucas22/12/10 16:47

    Mientras iban abriendo las cartas, hicieron dos equipos, se colocaron en los extremos de la mesa de trabajo y veían qué estornudo sonaba más fuerte y cuál hacía mover más la cartitas. A un equipo se le fue la mano y tan fuerte fueron los achices generales que todas las cartas volaron por el aire. –¡Ay, mamita! ¿qué hicimos? –decía uno de los duendes. –¿Cómo le diremos a Don Noel (así lo llamaban cariñosamente) que mezclamos todos los pedidos? ¿Cómo, cómo, cómo? –decía un duendecito que se caracterizaba por repetir todo muchas veces. –Con la verdad –dijo otro–-. ¿De qué nos serviría mentir? Hicimos una travesura y debemos aceptar las consecuencias. Así fue que hablaron con Papá Noel y le dijeron la verdad. El duendecito repetidor no paraba de pedir perdón, ¡achíz!, perdón y perdón, decía que nunca, nunca, nunca, ¡achíz! lo volvería a hacer, ¡achíz! No voy a decir que a Papá Noel le divirtió la idea de que todos los pedidos se hubiesen mezclado, pero valoró que los duendecitos le dijeran la verdad. De todas maneras, antes de dar por finalizada la charla, les dijo: –Pues bien, amiguitos, esto les enseña que la correspondencia es algo muy serio. Jamás se juega con ella, los pedidos de los niños son sagrados para todos nosotros. Ahora deberán enmendar su error y ordenar todos los pedidos que volaron por el aire gracias a su concurso. Los duendecitos corrieron presurosos a ordenar el lío que habían armado. Cuando volvieron a su mesa de trabajo, se dieron cuenta de que las cartas estaban por un lado y los sobres con el nombre de cada niño en otro. ¿Cómo harían para saber qué había pedido cada uno y no confundir los pedidos? No era una tarea fácil precisamente, pero ayudándose por la letra, trataron de juntar cartas y sobres, sobres y cartas. –¡Qué difícil, qué difícil, qué difícil! ¡hachízzzzzzzzzzzz! –decía el duende repetidor, mientras se sonaba la nariz y a la vez trataba de juntar sobres y otra vez se sonaba su nariz, que ya más que colorada, era bordó.

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  40. Raquel Lucas22/12/10 16:48

    Los duendes pasaron toda la noche juntando sobres y cartas, cartas y sobres. Pero, a pesar de su esfuerzo, se armó el cachengue, que viene a ser un lío muy, pero muy grande: muchos de los pedidos de los niños se mezclaron. Cuando los duendes “armadores de paquetes” tomaron los pedidos, notaron que algo no andaba bien, había algunas cosas que parecían realmente extrañas y consultaron con Papá Noel. –Fíjese, Don Noel, acá una niña de diez años nos pide una pelota Nº 5 –decía el duendecito rascándose la cabeza y moviéndola de un lado para el otro sin entender nada. –Otra nena nos pide una camiseta de Racing –agregó otro duende, igual de confundido que el primero–. ¿No es extraño, realmente? –Puede ser –dijo Papá Noel–, pero no se olviden de que el mundo ha cambiando mucho y con el mundo, los niños. Ahora las niñas juegan fútbol, las mamás miran partidos por la tele. ¡Vaya a saber! Los papás usan aritos, pelo largo, ¡qué se yo m´hijo! Todo ha cambiado tanto desde que empezamos con este hermoso trabajo que ya nada puede sorprenderme. Así fue que los pedidos salieron un poco... confusos diría yo. Algunos realmente salieron exactos (los que se salvaron del concurso de estornudos, por supuesto). Los demás, en fin..., salieron como pudieron. La noche previa a la Navidad, la de más trabajo y entusiasmo, los duendes lectores estaban muy, pero muy nerviosos, más allá de seguir, muy, pero muy resfriados. –Se va a amar, ¡achíz! Se va a armar, se va a armar –repetía una y otra vez el duende repetidor. Estamos fritos, fritos, refritos, ¡achíz, achíz, achíz! –volvía a repetir. –No seas pájaro de mal agüero ¡aaaaachízzzzzz! –contestaba otro duende lector–. Pensemos que no pasará nada. –¿Vos creés que los chicos no se van a dar cuenta de que Don Noel no les lleva lo que le pidieron? Se van a enojar con él por nuestra culpa, por nuestra culpa y por nuestra culpa. –Puede ser que tengas un poco de razón –contestó el otro duendecito mientras se miraba al espejo su nariz cada vez más colorada–. Tal vez algunos niños se desilusionen un poco, pero yo creo que si son humildes de corazón, aunque no sea el regalo que pidieron, sabrán agradecerlo igual. –Espero que tengas razón –contestó su amigo. Y llegó el tan ansiado día. Papá Noel cargado con los pedidos salió con su trineo conducido por sus fieles renos, entre ellos Rodolfo, que estaba un poco celoso porque ahora muchos duendes tenían la nariz igual a él. Como todos los años, a la velocidad de la luz, tratando de no ser visto y con un amor inmenso, dejó cada paquetito bajo cada árbol de Navidad. Dejó regalos por todo el mundo, en lugares lindos, en lugares feos, en hogares ricos y en otros muy humildes, en hospitales, asilos. Allí donde había un niño, él dejo un regalito. Cansado pero más que feliz, Papá Noel regresó por la mañana al Polo Norte. Sorprendido vio que los duendes lectores más allá de seguir sonándose la nariz, no se habían dormido. –¿Qué hacen ustedes despiertos? –preguntó. –¿Todo bien, Don Noel? ¿Ninguna queja, ningún enojo, ningún calcetín revoleado por ahí? –preguntaban los duendecitos nerviosos porque sabían muy bien que ciertos pedidos no habían salido como debían. –¡Qué preguntas más raras, amiguitos. Se ve que el resfrío los tiene mal, todo en orden –contesto Papá Noel– ahora si me lo permiten, me voy a dormir, que se mejoren y ¡Feliz Navidad! Mientras tanto, en las distintas ciudades, pueblos y calles, los niños de diferente clase y condición abrían sus paquetes, todos con idéntico entusiasmo. Al abrir los regalos, muchos vieron que no recibían lo que realmente habían pedido y no todos reaccionaron de la misma manera

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  41. Raquel Lucas22/12/10 16:51

    Algunos de los niños que más tenían o que más acostumbrados estaban a una vida cómoda, llena de cosas y caprichos cumplidos, no podían entender cómo no recibían exactamente el juguete que habían deseado. Acostumbrados a tener todo, sufrieron una gran desilusión y se enojaron bastante porque esa vez, sus deseos no se habían cumplido tal y como ellos querían. Para ellos no fue tal vez ésa, la mejor de las Navidades. Sin embargo, para los más humildes de corazón, también para aquellos para los cuales la vida no era ni cómoda, ni fácil, al ver que lo que estaba en el paquete no era exactamente lo que habían pedido, igual se sintieron agradecidos porque Papá Noel se había acordado de ellos y les había regalado algo. Para ellos, igual fue una hermosa Navidad, porque sabían que lo importante no pasaba por el contenido del paquete, sino por estar rodeados del amor de su familia, que era sin duda el mayor regalo que podían llegar a desear en este mundo en Navidad y en cualquier otra época del año. Mientras tanto, en el Polo Norte, los duendecitos lectores, entre estornudos y sonadas de nariz, por las dudas, caminaban agachaditos, ¡no fuera cosa que les revolearan algún calcetín! Fin.www.encuentos.com

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  42. Raquel Lucas22/12/10 16:56

    Una Navidad en el bosque. Cuentos de navidad. Cuentos de amistad.
    Érase una vez un bonito pueblo en medio de un frondoso y colorido bosque habitado por unos alegres animales. Cada año, con la caída de las primeras nieves y la llegada de las estrellas de luz, se reunían en torno al Gran Árbol para preparar la Navidad y conocer una de las noticias más esperadas de la temporada: el nombre del ganador del concurso de teatro, que se encargaría de dirigir la función de Nochebuena. En aquella época, todas las actividades que realizaban tenían como objetivo la convivencia, el fomento de la amistad y la diversión. La exhibición de cocina, organizada por la Señora Ardilla, hacía las delicias de los más comilones, pues los platos presentados eran degustados al finalizar la competición. Los más pequeños participaban en la tradicional Carrera de Hielo, que tenía lugar en el lago helado y acudían cada tarde a los ensayos de la Señorita Ciervo, la directora del coro que alegraba con sus villancicos todos los rincones del bosque. Y, por supuesto, estaba la mejor noche de todas: la Nochebuena, en la que se representaba la obra ganadora, que seimpre tenía como tema central la amistad. Cada año, el Señor Búho, como director de la escuela de teatro, seleccionaba una pieza de entre todas las que enviaban los animales aspirantes a ser los elegidos para llenar de paz los corazones de los habitantes del bosque, pero ese año… -Bienvenidos todos a la reunión preparatoria de la Navidad –dijo el Señor Búho posado en la rama más robusta del Gran Árbol. Este año, la elección de la obra ha estado muy reñida porque todas las propuestas eran de gran calidad, pero había que elegir un ganador. Así que sin más dilación demos un aplauso al Sr. Conejo, autor de la obra Salvemos el bosque, que podremos ver en Nochebuena. -Gracias, gracias, es un honor para mí –exclamaba Conejo entre vítores y aplausos.

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  43. Raquel Lucas22/12/10 16:58

    -Bien, pues ya sabéis que mañana a las diez darán comienzo las pruebas de selección de actores. Rogamos puntualidad a los interesados –concluyó el Sr. Búho. Al día siguiente, a la hora convenida, había una considerable cola a la entrada del teatro. Al ser un musical, las pruebas se centraron en las habilidades de canto y baile, pues eran requisitos imprescindibles. La obra contaba la trama de un guardabosque que debía salvar la flora de un malvado leñador, obsesionado con cortar un árbol milenario y arrasar todo lo que se pusiera en su camino. En su lucha por preservar el entorno natural, el guardabosque contaba con la inestimable ayuda de sus fieles amigas, un girasol y un lirio que ponían su astucia al servicio de la noble causa. Tras varias horas, los papeles quedaron repartidos de la siguiente manera: el Sr.Oso haría de guardabosque, Castor sería el vil leñador, la Sra. Pata representaría al girasol y la Sra. Lince, al lirio. Al principio todo marchaba estupendamente, los actores estaban contentos con sus papeles y trabajaban duro para perfeccionar sus actuaciones, dejándose la piel en escena, hasta que hizo su aparición el peor y más temido de los fantasmas: la envidia. -No sé Conejo, creo que Castor tendría que tener un poco más de protagonismo. El papel del leñador está lleno de matices y podríamos crear unos espectaculares efectos especiales que dejarían al público boquiabierto –dijo el Sr. Búho en uno de los ensayos. -Sí Búho, puede que tengas razón y deba retocar el texto para darle más peso a Castor y proyectar toda la fuerza del personaje. Podemos hacer un juego de luces y sombras cada vez que aparezca y realzar su papel. Ante estas palabras Castor se puso muy contento, pues estaba muy ilusionado con la obra, pero Oso no lo vio con los mismos ojos. Si a Castor le daban más protagonismo, eso significaba que él dejaría de ser el protagonista absoluto y eso no le gustó nada. Es más, pensó que Búho y Castor lo estaban haciendo a propósito. El ensayo del día siguiente fue un caos. En lugar de avanzar, daban pasos hacia atrás. Oso no colaboraba y Castor, que se había dado cuenta de lo que estaba pasando y de que Oso quería boicotear su actuación, estuvo muy arisco. Por si fuera poco, el vestuario también había sido fuente de conflictos entre las chicas. La Sra. Pata consideraba que el vestido de la Sra. Lince era más llamativo y que debían haberlo echado a suertes. -No entiendo por qué el traje del lirio tiene que ser más bonito que el del girasol.

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  44. Raquel Lucas22/12/10 17:00

    ¿Quién ha elegido el vestuario? No estoy de acuerdo –chillaba Pata. La tensión en el escenario se podía cortar y desastre no se hizo esperar. Así, durante el ensayo de la escena final, que reunía a todos los actores en el escenario para interpretar el número final, comenzaron a empujarse unos a otros con tal brío que parte del decorado se rompió y el árbol se vino abajo. -Orden, orden, pero bueno ¿qué pasa? –preguntó Conejo encolerizado. Habéis echado a perder el trabajo de varios días y de todos los que han colaborado en la puesta en escena. Quedan sólo dos días para Nochebuena, pero si tuviéramos más tiempo os echaría a todos de la obra. Se acabó el ensayo por hoy. Fuera todos de mi vista. Conejo estaba rabioso, no entendía nada. Pero ¿cómo podían pelearse por una cosa así? Era Navidad, había que estar alegre y demostrar que eran amigos. Al día siguiente los habitantes se despertaron siendo testigos de un acontecimiento terrible: la nieve había desaparecido y las estrellas de luz se habían apagado. ¿Cómo era posible? Asustados, los animales se congregaron alrededor del Gran Árbol, en busca del sabio consejo del Sr. Búho. -Queridos habitantes del bosque, el espíritu de la Navidad se ha ido –sentenció Búho. -¿Y cómo podemos hacer que vuelva? –preguntó asustada la Sra. Ardilla. -Oh, no, nos vamos a quedar sin Navidad –sollozó un lobezno. -Hoy es un día muy triste para nuestro bosque. La envidia ha desatado unas reacciones negativas en cadena. La nieve se ha derretido, las estrellas han dejado de lucir y la obra de teatro peligra –advirtió Búho. Oso estaba escuchando tras un arbusto y tenía miedo a salir porque sabía que era el desencadenante de la situación, pero había que ser valiente y afrontar las consecuencias de los propios actos, así que se decidió a salir, aunque tímidamente. -Eh, amigo, lo siento mucho. Estoy arrepentido de mi comportamiento. Si hay algún culpable, ése soy yo. Me cegó la envidia. ¿Qué puedo hacer para enmendar mi error? -No, no tienes por qué cargar con las culpas tú sólo, yo también he contribuido con mi mala conducta. Si sirve de algo yo también lo siento. No quería que pasara esto –se lamentó Castor. La Sra. Lince se acercó a la Sra. Pata, que estaba con sus patitos muy cerca de ella, y le dijo: -Si te hace ilusión, te cambio el vestido, me importa más tu amistad que un trozo de tela. Somos amigas y nuestros pequeños juegan juntos –exclamó la Sra. Lince dándole un abrazo a la Sra. Pata. -¡Mirad, está nevando! –gritó con entusiasmo una voz. -Sí y parece que en el cielo brillan de nuevo las estrellas. El espíritu de la Navidad ha vuelto –se oyó. Ese año, la Navidad se vivió con mucha más intensidad en el bosque, al fin y al cabo estuvieron a punto de perderla para siempre. Pero habían aprendido la lección y ahora sabían que la envidia cegaba y tenía unos efectos muy negativos que no se podían controlar. Los animales habían ahuyentado la Navidad con su conducta, aunque en ellos mismos residía también el poder de resucitar su alma. Así que para que no se les olvidara nunca aquel susto y a partir de ahora prestaran atención a sus comportamientos con los demás, construyeron un gran cartel de madera que colgaron de una de las ramas del Gran Árbol, en el que se podía leer la siguiente inscripción: «El tesoro más valioso que posees es la amistad, cuídalo todos los días y crecerá». Fin.www.encuento.com

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  45. Raquel Lucas22/12/10 21:23

    Coral me alegro que a la gente les guste los cuentos de este apartado y además están muy interesados.

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  46. Raquel Lucas22/12/10 21:51

    El cuento que más me ha gustado es la primera navidad porque enseña algo que todas las personas no tienen en su interior.

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  47. ¡Muchas gracias a todos! por haber buscado y contado estos preciosos relatos. He de decir que la página que más habéis utilizado es:
    www.encuentos.com.
    Yo no conocía la página.
    ¡Muchas gracias, Raquel! por haberla encontrado.

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  48. Raquel Lucas23/12/10 16:02

    Coral que sepas que te enviado otros cuentos que son de un angelito y de una niña que también están muy chulos.

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  49. Raquel Lucas23/12/10 16:08

    Coral tengo una idea para el blog trata de contar todo lo que nos ha pasado en estas fiestas de navidad y también lo que nos hubiese gustado hacer.

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  50. Raquel Lucas23/12/10 16:19

    Coral me gustaría que en un apartado del blog todos pudiéramos dar ideas y opinar para el blog como estoy haciendo yo.

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  51. Enrique Muñoz Sanchez14/12/11 10:54

    A mi me a gustado mucho el de la rana Lucy y el grillo guillermo. Leer ese, esta muy chulo

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